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5ª de abono de Las Ventas. Más de tres cuartos de entrada (17.782 espectadores) en tarde tormentosa, de viento y lluvia intermitente.
GANADERÍA 6 toros de Pedraza de Yeltes, de irreprochable presencia. Manso pero encastado el 1º; noble el 2º; franco pero sin rematar el 3º; apagado el 4º; con interés el 5º y excelente en todos los tercios el 6º, de nombre Brigadier, de 670 kilos, que fue premiado con la vuelta al ruedo.
DIESTROS
ROMÁN AZAFATA Y ORO Vuelta al ruedo tras aviso y silencio.
JESÚS E. COLOMBO SANGRE DE TORO Y ORO Vuelta al ruedo tras aviso y silencio.
ISAAC FONSECATURQUESA Y ORO Silencio y oreja.
Había caído la anochecida en Las Ventas cuando apareció Brigadier. Un toro inmenso. Y no solo por sus 667 kilos sino por su formidable condición y todo lo que llevaba dentro. La bravura contenida, la nobleza más exquisita, el temple, el son y la entrega. Estupendamente bravo en el caballo en el que se entregó sin reservas en el primer encuentro pese a que al piquero se le fue la vara muy trasera. Borja Lorente se sacó la espina en el segundo puyazo con Brigadier arrancándose con una soberbia entrega desde los mismos medios de la plaza. Esta vez lo cogió en toda la yema, mientras el pupilo de Pedraza enterraba la cabeza bajo el peto con una entrega superlativa. Ahí se quedó fijo, humillado. Haciendo la presa suya. El momento resultó memorable. Aquella entrega, el derroche de bravura, aquel gigantesco corpachón podía hacer temer que el toro se viniera abajo en la muleta. Nada más lejos de la realidad. El toro sacó más y mejor. Ya se rebozó en las embestidas de la diminuta muleta del pequeño torero azteca que lo recibió en los medios de rodillas. No alardes, sino toreo fundamental, largo y templado. Y ahí el toro enseñó que su bravura no iba a ser solo flor del tercio de varas sino que iba muy en serio. Con solo cinco funciones de feria cumplidas, ya es uno de los nombres propios de la Feria. Siguió derrochando bondad, entrega y nobleza. A Fonseca que empezó por todo lo alto le costó lanzar la faena, e incluso ahogó un poco al toro citándolo muy en corto por la izquierda, aún así, Brigadier no se rindió. Y siguió derrochando su excelsa condición hasta el final. Con una entrega bárbara en el epílogo, donde de verdad Fonseca se rompió y cuajó lo mejor. Antes lo que más había brillado fueron los pases de pecho. Brigadier lo hizo de principio a fin. El pinchazo previo fue un alivio para el presidente, al que le hubieran pedido las dos orejas, aunque la faena no lo fuera. Quien no dejó dudas para el pañuelo azul fue Brigadier.
Por sí solo la mereció. Pero también como broche a la corrida en sí, que fue tan variada, tan distinta, con tantos argumentos y matices que se encargó de mantener el interés toda la tarde. Román estuvo firme y valiente con un poderoso y manso encastado primero al que le plantó cara con gallardía de entrada con la izquierda en uno de los pasajes caros de la tarde. A Colombo le estomagó la brava condición de un segundo que llegó a la muleta con nobleza, mientras que a Fonseca le tembló todo con el franco tercero al que no supo por dónde meterle mano. El cuarto tuvo una apagada condición con la que aburrió Román y el quinto fue otro toro de interés que se encontró con la vulgaridad de un Colombo equivocado de escenario. Holandero, aquel bravo segundo protagonizó un vibrante tercio de varas, en el que se lució Israel de Pedro a caballo; mientras que Juan Carlos Rey dejó en evidencia con las banderillas a Colombo con un tercio, el del sexto, a la altura de Brigadier, al que brego de fábula Raúl Ruiz. Ahí estuvo el secreto de la tarde: los tres toreros debieron lanzarse con Pedraza de Yeltes y lo que pasó fue que terminaron devorados por una interesante corrida de toros.
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