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SALAMANCA
Lunes, 30 de septiembre 2024, 13:30
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La Audiencia Provincial de Salamanca ha condenado a un sacerdote por insultar a dos de sus vecinas en una junta de la comunidad de propietarios en la que residen. El tribunal considera que ha incurrido en una vulneración de su derecho al honor por el que le impone el pago de 1.000 euros de indemnización para cada una de las afectadas contra las que profirió expresiones tales como «difamadora», «mentirosa», «sinvergüenza», «metiche» y «puta».
Según recoge el tribunal en la sentencia, a la que ha tenido acceso LA GACETA, los hechos se remontan al 10 de octubre del 2018, sobre las 20:00 horas, cuando tuvo lugar la junta de propietarios a la que asistieron 30 vecinos y en la que, entre otros puntos, se trató el de los recientes robos en la comunidad, proponiéndose instalar en el portal cerraduras digitales.
Dos de las vecinas, que desde hace muchísimos años residen en la comunidad, donde el sacerdote al menos por aquel entonces era también propietario de su vivienda y miembro por tanto de la misma comunidad. Ante la citada propuesta, una de ellas comentó que si se instalaban cerraduras digitales, los vecinos tenían que cuidar de no entregar las llaves a nadie extraño, pues había visto entrar a señoras de nacionalidad rumana que visitaban al sacerdote, utilizando las llaves, extremo que fue confirmado por otros vecinos presentes. También manifestó que el cura se había quejado, varias veces, de que las visitantes le robaban en su casa las llaves, por lo que había tenido que llamar en múltiples ocasiones a la Policía.
Ante tales comentarios, en tono solemne y elevando mucho la voz, el sacerdote se dirigió a todos los miembros de la comunidad de propietarios a los que dijo: «Que sepan ustedes que esta señora, señalándola con el dedo, es 'una difamadora ,una mentirosa, una sinvergüenza y metiche'». La agraviada le contestó entonces: «Usted no se está dando cuenta de que los vecinos tenemos ojos y oídos», momento en el que varios vecinos le abuchearon y el religioso abandonó la reunión.
Poco tiempo después, los vecinos abandonaron la reunión y las dos mujeres se dirigieron a sus casas junto a otras dos vecinas y al salir del ascensor se encontraron con el cura en el rellano de la escalera, que iba acompañado de otro vecino, la mujer a la que momentos antes había señalado con el dedo y hacia la que había proferido los improperios se dirigió al sacerdote y le dijo que debería pedir perdón por su conducta impropia a la comunidad de vecinos, a la parroquia y a la diócesis, comentario que enfureció sobremanera al demandado que con tono agresivo y a voces le dijo: «Usted es una puta», episodio presenciado por todas las personas que estaban presentes en ese momento, además una vecina lo oyó al salir del ascensor, llegando a bajar para confirmar lo que había oído e incluso para tratar de mediar si era necesario.
Las dos mujeres agraviadas demandaron al sacerdotes por una vulneracion del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. El Juzgado de Primera Instancia número Seis de Salamanca dio la razón al religioso, que alegó que se había defendido de las acusaciones de que le visitaban mujeres.
No satisfechas con la resolución en Primera Instancia, las dos vecinas recurrieron la sentencia a la Audiencia Provincial de Salamanca que estimó el recurso y revocó el fallo determinando que el sacerdote indemnice con 1.000 euros a cada una de las dos vecinas. También deberá pagar las costas de proceso y la sentencia deberá ser leída en la próxima reunión de la comunidad de vecinos. le impone además el pago de las las costas procesales y la sentencia deberá ser leída en la próxima reunión de la comunidad de vecinos.
A tenor de las declaraciones de otros vecinos y de la intervención policial que en varias ocasiones ha tenido que ir al domicilio del sacerdote después de solicitar este su presencia porque le estaban robando mujeres que estaban en su casa, el tribunal considera acreditado que las manifestaciones de su vecina no son propias de «una metiche» , sino que únicamente estaba en conocimiento del resto de la comunidad «un problema real». El tribunal estima que la mujer estaba poniendo de manifiesto su percepción directa de un hecho que afectaba a la seguridad del resto de propietarios de la comunidad y que esta no estaba imputando al sacerdote que él fuera el responsable de los robos.
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