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Viernes, 3 de mayo 2024, 06:00
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Todavía queda casi un año para los próximos Goya, pero ya podemos anticipar que en la edición de 2025 'La casa' estará entre las principales favoritas.
El gran estreno español de esta primavera adapta la novela gráfica de Paco Roca, que hizo historia en 2020 al ganar el premio Eisner de EEUU, considerado el Oscar del mundo del cómic.
Este emotivo drama sobre la familia, el duelo y la memoria es el tercer largometraje del valenciano Álex Montoya (Asamblea, Lucas), que antes se había labrado un enorme prestigio en el cortometraje (Cómo conocí a tu padre fue galardonado en 2008 en Sundance). Con un reparto coral encabezado por David Verdaguer (reciente Goya a mejor actor por Saben aquell), al que se suman Óscar de la Fuente, Luis Callejo, Olivia Molina o Miguel Rellán, se estrena en Cines Van Dyck después de triunfar en el Festival de Málaga: nada menos que cinco galardones, incluidos Mejor Guión y Música, premio del público, de la crítica y del jurado joven.
En el argumento, tres hermanos regresan -un año después de la muerte de su padre- a la casa donde pasaron todos los veranos de su infancia, que él construyó con sus propias manos. Tienen la intención de venderla, pero la nostalgia se lo pondrá más difícil de lo que esperaban.
Acompañados de sus parejas e hijos, afrontarán rencores, secretos, rivalidades y reproches. Montoya contó con el beneplácito del propio Roca y hasta pudo rodar en la vivienda real en la que se inspiró el dibujante y escritor. También aportó algunos cambios respecto al original: por un lado, decidió condensar la acción en un solo fin de semana; por otro, narró los flashbacks no mediante un cambio de color (las viñetas del cómic son de una gama sepia cuando habla del pasado), sino de formato de imagen, con vídeos en Súper-8.
Más allá de estas licencias, el filme respeta el tono intimista y pausado, ese diálogo entre pasado y presente, y sus pinceladas de humor. También la forma sencilla y clara en que narra una historia universal y muy profunda con la que cualquiera se puede sentir identificado. El realizador la define como «una terapia, una catarsis emocional». Pese a la melancolía, al acabar te deja con una sonrisa. Como asegura Verdaguer: «Provoca lágrimas, pero son sanadoras. Y tras la proyección, tienes ganas de estar con los tuyos, de llamar a tu padre o a tu madre».
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