Secciones
Destacamos
El médico especialista en Medicina Legal y Forense y especialista en Antropología y Biología forense de la Universidad Complutense de Madrid habla sobre cuál es la realidad de su trabajo. Un trabajo y un recorrido que le han hecho formar parte del caso Bretón o Allende, entre otros. Además, este profesional también ejerce como asesor del Gobierno sobre memoria histórica y dirigió el equipo que buscó los restos de Miguel de Cervantes.
¿A qué se dedica un médico forense?
— Aunque todo el mundo piensa que se dedica a trabajar con muertos, eso ocupa una mínima parte de la tarea real. La actividad con sujetos vivos que sufren lesiones o que han sido víctimas, es mayor que la de los muertos. El médico forense trabaja como perito natural para la administración de justicia cuando esta analiza esas situaciones ya que necesitan, ineludiblemente, profesionales de la medicina que puedan opinar con cualificación y recursos que seguramente casi todos conocemos a través de las series del CSI.
Ha intervenido en la identificación de restos de grandes casos como el de Allende o el de Bretón. ¿Cuánta presión puede haber aquí?
— Suele existir una presión generalizada, puntual, cuando se enfrenta a una situación de este tipo, con las responsabilidades sociales, institucionales. Cuando tienes algo que decir, como te basas en argumentos técnicos y científicos, si los tienes te puedes defender bien. Y si no tienes argumentos técnicos, lo mejor es que no intervengas. Los casos que, por otra parte, uno exhibe hacia fuera, son casos que se han resuelto exitosos. Pero todos los forenses tenemos en el cajón del despacho asuntos y casos que no hemos resuelto bien y que nunca son noticia.
¿Cuál es el caso más complicado al que se ha enfrentado?
— Para mí fue un caso muy fuerte el de Lasa y Zabala, los dos jóvenes de Guipúzcoa secuestrados en Francia y que fueron traídos a enterrar a Alicante, que fue un acto de terrorismo de Estado. Fue muy fuerte porque significaba que algunas cosas que esas sospechas se verificaban. Me afectó porque había una presión política importante en aquel asunto. Yo no sé cuál es el caso más difícil porque hay algunos casos que son de notoriedad, de interés público. Puede haber casos de mucho interés social que desde el punto de vista forense pueden ser hasta fáciles. El problema son los casos que igual no tienen tanta trascendencia, pero que tú conoces, y que te das cuenta que no te causa satisfacción ni siquiera cómo evoluciona la propia investigación porque tú igual puedes opinar un poco distinto a lo que puede opinar la Policía Científica, la Policía Judicial y hasta la institución del juez. Cuando uno lee la sentencia, desde mi perspectiva, siempre hay algunos espacios que no están bien resueltos. Pero la idea global, qué es lo que pasó, cómo pasó, quiénes son responsables, son cosas que se comparten porque son reglas del juego.
Estuvo presente en la primera exhumación que se hizo en El Bierzo. ¿Cómo recuerda ese momento?
— He ido a misiones internacionales, con el Comité Internacional de Cruz Roja, he estado en varios países, investigando fosas comunes. Un día me llamaron para decirme que viera lo que podía ser una fosa de la Guerra Civil. Yo pensaba que todo el mundo estaba enterrado en los cementerios. No imaginaba que había enterramientos clandestinos. Fue una sorpresa, pero lo más impresionante fue que estando allá, vino gente que era protagonista de los hechos. Protagonistas no porque fueran las víctimas, sino porque vino un señor mayor que dijo «yo tenía 15 años y a mí me obligaron a hacer el agujero para enterrar a estas personas». Conectas con un asunto que ya no es como tan antiguo. La segunda sorpresa estando allí es que venían vecinos de otros pueblos. Ves que en el siguiente pueblo hay otra fosa, en la provincia de al lado también. No sabía que teníamos todo el territorio lleno de fosas.
¿Hay algún tipo de indicio que tenga claro cuando empieza una investigación?
— Los indicios muchas veces nos llegan a nosotros a través de los medios de comunicación, que dais una serie de noticias, que no se sabe si se podrán resolver o no. Lo que se hace es trasformar el indicio en evidencia. Eso requiere una metodología. Hay que saber con qué nivel de certeza dices lo que dices. Ese ejercicio de transformación tiene que cumplir unas formalidades, porque si no, no es útil. Si no transformas el indicio en evidencia, no sirve para nada.
Ha trabajado en casos como el caso Bretón. Después de eso, ¿sigue creyendo en la bondad de las personas?
— Creo que el ser humano no es tan bueno. Nosotros somos esencialmente seres sociables, eso no lo hace ninguna otra especie. Somos humanos, si no seríamos animales simplemente. Siendo esto así, son más los ejercicios de bondad que los de maldad, todos los días, a escala individual y social. Lo que ocurre es que cuando se producen maldades nos impactan mucho. En el caso de Bretón, para vengarse de su mujer, mata a sus propios hijos. Eso es una conducta anormal pero el sujeto no es anormal, el sujeto lo ha hecho porque ha querido hacerlo desde esa perspectiva. Yo soy optimista respecto del futuro porque creo que la gente joven está mejor formada que lo que estaba yo a esa misma edad.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.