La segunda parte de 'Dune', en versión original

En 2021, Denis Villeneuve logró lo impensable: adaptar Dune, el clásico de ciencia ficción de Frank Herbert de 1965. Un hito literario que se adelantó a problemas actuales como el cambio climático, la crisis del petróleo o la lucha entre imperialismos. Hollywood intentó llevarla al cine en varias ocasiones (David Lynch, Jodorowsky), todas ellas fallidas. Hasta que el autor de La llegada consiguió presentarnos su universo y sus conflictos de forma inteligible. Los amantes del libro, la crítica y el público alabaron un proyecto descomunal, que desde el primer minuto deslumbraba con su ambientación, su atmósfera densa, sus imágenes apabullantes (planetas, palacios, naves, gusanos gigantes), su reparto coral, su ritmo sereno y su banda sonora, a cargo de Hans Zimmer. Dos años después, estrena su secuela, que vuelve a confirmar al canadiense como el único capaz, junto a Christopher Nolan, de producir un cine comercial a gran escala pero con un marcado sello de autor. Dune: parte dos insiste en las virtudes de la primera y le añade un tono más épico si cabe. Ya en Cines Van Dyck Tormes y Van Dyck, con pases tanto en versión doblada como en versión original (solo en Van Dyck).

La trama continúa donde la habíamos dejado. Por resumir, distintas familias aristócratas llevan siglos enfrentadas por el control de un planeta, Arrakis, denominado Dune por sus desiertos de arena. Allí se encuentra la materia prima más preciada del universo. Después de que los temibles Harkonnen masacren a la casa Atreides en una conspiración, solo sobrevive el heredero, que termina uniéndose a una tribu de nativos de ojos azules, los Fremen, quienes resisten al ejército invasor organizados como guerrilla. Tras su bautismo de sangre, Paul Atreides asciende como líder de los indígenas. Adiestrado por su severa madre, tiene poderes proféticos, y ve en sus sueños un futuro terrible. Se avecina una guerra santa, pero este nuevo mesías hará lo posible por evitarla.

La cantidad de estrellas de este filme no tiene parangón: a Timothée Chalamet, Zendaya, Javier Bardem, Rebecca Ferguson o Stellan Skarsgârd se unen ahora Austin Butler (Elvis), en la piel de un pérfido guerrero, y Florence Pugh (Midsommar) como la hija del emperador (Christopher Walken). Parece que una vez más Denis Villeneuve sale airoso de un más-difícil-todavía, en la estela de triunfos de su carrera como Sicario, Enemy, La llegada o Blade Runner 2049. Su enorme compromiso con el material se traduce en un despliegue visual desbordante y en un guión lleno de traiciones familiares, reflexiones filosóficas y críticas sobre el fanatismo religioso o el caudillismo político.

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