Borrar
Un sanitario en Fonseca, donde estuvo ingresado Rafa. ALMEIDA
“Salí con ganas inmensas de abrazar”: así se vence al coronavirus en Salamanca

“Salí con ganas inmensas de abrazar”: así se vence al coronavirus en Salamanca

Tras 17 días ingresado y ya en casa con su familia, Rafa describe su cóctel de emociones

Domingo, 5 de abril 2020, 13:36

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Rafa hizo esta semana el paseo a pie más anhelado, reparador y emocionante de su vida. Tras 17 días ingresado por COVID-19, primero en la Santísima Trinidad, después en el Clínico y por último en la Hospedería Fonseca reconvertido en hotel sanitario, recorrió en soledad el trayecto entre Fonseca y su casa, en el barrio de Delicias, tras haber vencido al coronavirus y recibir el alta con el negativo en los análisis. En su hogar le esperaba la mejor fiesta de bienvenida que uno puede tener: la de su mujer y su hija. “Salí con unas ganas inmensas de abrazar a todo el mundo, pero también con el miedo del contacto. Con el dolor por personas con las que he compartido ingreso y que se han ido. Y con orgullo y agradecimiento por el personal de los hospitales”, confiesa.

A sus 54 años y sin patologías previas, el coronavirus llevó a Rafa a ingresar por primera vez en su vida en un hospital. Ha sido de los primeros pacientes con COVID-19 en ser tratados. Ya una semana antes del estado de alarma, comenzó con la fiebre y las dificultades respiratorias. Visitó a su médico de cabecera y las placas confirmaron una supuesta “neumonía”. El antibiótico que le recetó el médico no surtía efecto y Rafa no mejoraba. Cinco días más tarde intentó sin éxito llamar al teléfono gratuito del coronavirus para relatar su caso y que le hicieran un test. Por eso al día siguiente decidió recurrir a la Santísima Trinidad donde permaneció ingresado un día hasta que le realizaron el test. Tras dar positivo en coronavirus fue trasladado en ambulancia al Clínico.

Rafa tiene grabado de por vida el número de su habitación: la 617 A de la sexta planta izquierda del Clínico, en Epidemiología. También los nombres de todas las personas que han pasado por esa habitación para atenderle con una profesionalidad, entrega y atención que jamás olvidará: las enfermeras Marina, Esther, Mila, Vicky, Laura, Cristina, María José, José, Chema; Esther, la limpiadora; auxiliares como Pili, su paisana, Óscar, Carlos; los doctores Manrique, Esther Moreno, Amparo, Guillermo, Moisés... “Agradecía hablar con ellos ese breve ratito que entraban tapados a hacer su labor lo más rápido posible”, destaca Rafa, que si algo tiene claro tras superar esta experiencia es que “el personal sanitario, que tiene un trabajo muy duro y terrible, vale muchísimo”. “Nos tenemos que preparar más en medios y no recortar en Sanidad, pero el personal lo tenemos”, subraya.

Esa fiebre peremne “que te machaca”, con dolor de cabeza y pesadillas nocturnas, dejaba a Rafa sin gana alguna de leer en su ‘ebook’ ni de poner la televisión de la habitación. Por suerte no necesitó oxígeno y con su móvil podía mantener el contacto diario con su familia. Pese al tratamiento con dos antivirales, la fiebre tardó en bajar y eso sumado a la lenta evolución de sus pulmones, impedían a Rafa mantener el ánimo. Más aún cuando veía el avance de la pandemia al pasar a la funeraria hacia otras habitaciones o enterarse de que su compañero de habitación no sobrevivió al COVID-19. “Da mucha pena ver a la gente mayor que no puede comunicarse porque están graves con los respiradores”, relata.

Tras una semana ingresado en el Clínico y dar negativo en el test, Rafa pasó a convertirse en el primer paciente de la Hospedería Fonseca reconvertida en hotel sanitario, donde pasó otra semana de aislamiento. Un hotel de lujo, con habitaciones individuales y amplias, calefacción, cama grande, una atención excepcional y menú exquisito elaborado por el chef de la Hospedería a quien saludaba desde la ventana. “Se tienen ganado el cielo. Todo fue amabilidad, comodidad y un desvivirse de todo el personal”, subraya Rafa que tiene palabras de cariño para todos los que trabajan en Fonseca.

“Allí todo fue amabilidad, comodidad y un desvivirse de todo el personal: desde el guardia de seguridad que está en la centralita, los auxiliares, personal de limpieza, los cocineros a los que pude ver y no sé su nombre, toda la comida riquísima; el doctor Alberca y la enfermera Clara, coordinadores; los médicos, chicos jóvenes que han acabado el MIR, Jesús, Miguel, María, Carlos; todos maravillosos y súper amables; las enfermeras, Cristina e Isra; y todos los demás de los que no me acuerdo del nombre. Mi agradecimiento inmenso a todos así como a la Universidad. Y por cierto, la calefacción funcionaba perfectamente”, agrega.

“Si aprendemos la lección de esta crisis y nos ayudamos, saldremos adelante”, reflexiona Rafa, aún con la incertidumbre de si sus anticuerpos le evitarán en un futuro volver a recaer.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios