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Cerca de 18.000 ciudadanos son usuarios de implantes cocleares en España, según las estimaciones, ya que el número exacto se desconoce debido a que son las empresas que los venden las que tienen el número exacto de implantes. A nivel mundial, se calcula que hay 600.000 usuarios de implantes, aunque hay 25 millones de candidatos, de manera que queda mucho por hacer. Así lo asegura Enrique López-Poveda, catedrático de Otorrinolaringología de la Universidad de Salamanca y director del Laboratorio de Audición Computacional y Psicoacústica, la infraestructura pionera situada en el Instituto de Neurociencias de Castilla y León, única a nivel de España, tanto por sus instalaciones como por el equipamiento de última generación del que dispone. Su puesta en funcionamiento permitirá avanzar en la investigación en este campo de conocimiento con el desarrollo de proyectos internacionales del más alto nivel.
“Vamos a poder participar en proyectos de mucha envergadura porque no hay en el mundo muchas instalaciones parecidas a esta, así que nos abrirá esa posibilidad”, afirma el investigador y señala también las posibilidades en el ámbito de las publicaciones, de manera que espera tener acceso a revistas de primer nivel, pero de carácter más generalista, como “Nature” o “Science”.
“Vamos a dar un salto cualitativo por la singularidad del laboratorio”, insiste Enrique López-Poveda, que señala que no conoce otro igual en España y solo tiene constancia de otro laboratorio similar en la Universidad de Oldenburg (Alemania) en el que, de hecho, se inspiraron para diseñar el de Salamanca.
La instalación está diseñada de manera que los investigadores pueden recrear una escena acústica a medida y medir el esfuerzo que tiene que dedicar una persona con problemas de audición a entender lo que escucha en comparación con una persona con una audición normal y ver cómo cambia su capacidad para entender lo que oye si utiliza un dispositivo. “Hasta ahora teníamos que simular las distintas situaciones, pero ahora las podemos recrear de forma realista y tener la situación controlada”, comenta López-Poveda.
El laboratorio dispone de paneles abatibles en paredes y el techo que permiten que la sala sea más anecoica o tenga más reverberación y se escuche el eco como si fuera una catedral. Precisamente, la reverberación es uno de los grandes problemas que tienen las personas con audición. “Cuando estoy hablando, si hay muchos rebotes mi voz permanece e interfiere con lo que digo a continuación”, explica el investigador y subraya la posibilidad de tener controlados los entornos de escucha.
Lo más llamativo es el anillo de 24 altavoces, aunque pueden colocar más, pues con ellos pueden generar el sonido y la situación sonora que requieran, con distintos sonidos en el ambiente. En el centro de los altavoces se coloca a la persona que se va a examinar y se puede monitorizar la situación.
Además, sorprenden las gafas de pupilometría que sirven para medir la dilatación de la pupila, lo que da una idea del esfuerzo que está haciendo alguien por entender una conversación. “No medimos solo cuánto reconoce de lo que oye, sino el esfuerzo que le supone llegar a ese nivel de reconocimiento”, indica. Asimismo, con un equipo de potenciales evocados pueden hacer electroencelografía y ver cómo se representa el sonido en el cerebro. Completa las instalaciones el equipo de realidad virtual.
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