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Entrada del centro de salud Sisinio de Castro, en la zona básica de salud de Garrido Norte. ALMEIDA

Salamanca ultima su innovadora unidad contra el dolor crónico

Este programa apuesta por la terapia activa y la neurociencia para no depender de los fármacos y las técnicas pasivas. El tratamiento dura al menos 12 semanas y en otras provincias ha logrado mejoras de hasta un 75% en los pacientes

Javier Hernández

Salamanca

Miércoles, 13 de agosto 2025, 17:11

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El centro de salud de Garrido Norte estrenará este otoño la primera Unidad de Afrontamiento del Dolor Crónico de Salamanca. Una iniciativa que durante años ya ha demostrado su eficacia en Valladolid, Burgos, Palencia, León y Ponferrada, y que propone «un cambio en el paradigma del tratamiento del dolor»: dejar atrás esas molestias sin depender de fármacos y técnicas intervencionistas.

«Tradicionalmente se pensaba que el dolor se debía a lesiones o al desgaste de los tejidos, pero se ha visto que influyen muchas más cosas: aspectos biológicos, psicológicos y sociales», apunta el salmantino Federico Montero-Cuadrado, coordinador de la Unidad de Valladolid e impulsor de la expansión de este modelo por toda la Comunidad.

La premisa de estos equipos se basa en «la educación en el dolor». «Hacemos que el paciente sepa cómo funciona el dolor para que, verdaderamente, pueda tener estrategias activas de afrontamiento», explica Montero-Cuadrado, que enumera algunas de las herramientas que utilizará la unidad, como «terapia cognitivo-conductual, psicoterapia, electroestimulación craneal o estimulación somatosensorial».

El fisioterapeuta salmantino pone un ejemplo muy gráfico sobre la importancia de que el paciente entienda el origen del dolor y que no todo se soluciona con medicamentos: «Muchas de las personas que sufren un ictus pierden la capacidad de sentir o de mover una parte del cuerpo. La sensibilidad y el movimiento dependen de áreas cerebrales. En otras ocasiones, cuesta mucho entender que hay personas a las que les amputan una pierna y, pese a no tener pierna, les sigue doliendo. Pierden la pierna, pero no la actividad cerebral que controla esas áreas. Esto demuestra que hay dolores crónicos que se deben más al mantenimiento de actividades aberrantes del sistema nervioso que al propio daño de los tejidos. Esto ha supuesto una revolución, y el premio Nobel de 2021 fue por conseguir diferenciar la actividad neuronal del dolor agudo frente al dolor crónico».

Como su propio nombre indica, la Unidad de Afrontamiento del Dolor Crónico se limitará a los casos de dolor crónico no oncológico. «Entendemos por dolor crónico aquel que perdura más de tres meses. No consiste en que lleves una semana con dolor de espalda», aclaran.

Existe una clara diferencia en el afrontamiento entre el dolor agudo y el crónico. «En el dolor agudo, como una apendicitis o una fractura ósea, está claro que las técnicas farmacológicas y las intervencionistas funcionan muy bien. En cambio, con ese dolor crónico que lleva meses ahí, se ha demostrado que las técnicas pasivas —porque el paciente se deja hacer— no funcionan».

El perfil del paciente que accederá a esta unidad es aquel que sufre lumbalgia crónica, cervicalgia crónica, fibromialgia, fatiga crónica, covid persistente y síndrome doloroso regional complejo, entre otras dolencias.

Tanto Federico Montero-Cuadrado como su compañero —ya difunto— Miguel Ángel Galán importaron de Harvard algunas de las técnicas que ahora se aplican en Sacyl y que sustituyen los antiguos tratamientos individuales por 'programas de tratamiento'. «El programa más corto dura 12 semanas, mientras que otros se prolongan hasta las 20 semanas, donde el paciente siempre tiene una parte activa: acudir al programa, aprender, practicar y utilizar las técnicas que de manera progresiva le vamos enseñando», aclara.

«Lo que hacíamos antes eran tratamientos individuales para bajar la intensidad del dolor, pero se ha demostrado que a largo plazo el dolor se mantenía o había efectos rebote. Con este nuevo tipo de intervenciones, más dirigidas a la neurorrehabilitación, se busca una mejoría permanente en el tiempo y que el paciente tenga estrategias de afrontamiento para usarlas en el día a día».

La carta de presentación con la que llega esta unidad a Salamanca son los resultados publicados en las provincias donde ya funcionan, que hablan de una mejora funcional de hasta un 75% en grupos de dolor, aunque bajaría por debajo del 50% en los pacientes con fibromialgia.

Sede en Garrido Norte, pero referencia para todos los centros de salud de la provincia

La Unidad de Afrontamiento Activo del Dolor Crónico de Salamanca se asentará en el centro de salud Sisinio de Castro y servirá de referencia para toda la provincia, aunque a nivel rural priorizará el área de Ciudad Rodrigo. «La Unidad estará en Garrido Norte, pero pretendemos implementar estos programas en más centros de salud», explican sus responsables.

Actualmente se están realizando trabajos de acondicionamiento en el centro de salud de Garrido Norte con el objetivo de que la unidad se ponga en marcha durante este otoño, posiblemente en el mes de octubre.

Hasta entonces, los dos fisioterapeutas que van a integrar el equipo están recibiendo formación en Valladolid, pero posteriormente «habrá que añadir un médico, personal de Enfermería, también profesionales de salud mental... Será un equipo multidisciplinar en el que, al menos, habrá cinco profesionales, porque queremos abordar toda la complejidad del dolor crónico en todas sus dimensiones, pero poco a poco».

Federico Montero-Cuadrado, coordinador de la Unidad de Valladolid.

Los pacientes candidatos a participar en el programa serán derivados, generalmente, desde Atención Primaria. «Lo normal es que los deriven los médicos de Familia, pero también pueden hacerlo las matronas o los pediatras, por ejemplo. Puede sonar extraño, pero hay muchos menores que empiezan a tener dolores crónicos en edad infanto-juvenil y que también pueden ser atendidos por nosotros. También trabajamos coordinados con la Unidad del Dolor de los hospitales, así como con Medicina Interna, Reumatología y Traumatología», enumera Federico Montero.

Este concepto de afrontamiento del dolor destierra la idea de un paciente con un rol pasivo, que se pone en manos de fisioterapeutas para recibir un masaje o distintos tratamientos. «Es lo contrario. Aquí vienen a aprender estrategias que aplicarán en su día a día. Van a comprender cómo funciona el dolor y que no siempre está relacionado con el desgaste o con el número de hernias. Tampoco basta con acudir a la unidad, sino que deben hacer trabajo en casa», concluyen.

«Durante el primer año de funcionamiento vamos a poder llegar a 800 o 1.000 pacientes»

La experiencia de las unidades ya consolidadas en otras provincias de Castilla y León ayuda a calcular que «durante el primer año de funcionamiento se llegará a un número entre 800 y 1.000 pacientes», pero que «progresivamente se podrá ir aumentando».

La fórmula de trabajo con programas grupales permite llegar a un mayor volumen de personas y rondar el millar de participantes en el primer año.

Este modelo, que convirtió a Castilla y León en una comunidad pionera, se está adaptando ahora a otras comunidades autónomas, cuyos representantes se desplazan hasta Valladolid para 'tomar nota' y después trasladarlo a sus centros de salud, convencidos no solo de la mejora que supone en la funcionalidad del paciente, sino también en el ahorro para el sistema sanitario.

«Han montado una unidad de afrontamiento del dolor crónico en el País Vasco, pero recientemente lo han hecho en Badajoz, están montando una en Vigo... Está claro que es un modelo en auge y que en Castilla y León estamos recibiendo continuamente a compañeros de casi todos los servicios de salud de España que quieren aprender para crear unidades similares. Incluso han venido anestesistas de unidades del dolor hospitalarias para rotar con nosotros y aprender lo que hacemos. Solo durante el año pasado tuvimos 78 rotaciones y recibimos a profesionales de otros países», explica Montero-Cuadrado.

Los integrantes de estas unidades manejan varios indicadores «totalmente validados» para medir la mejoría del paciente: «Podemos medir la mejora de la calidad de vida, pero también validación funcional como el aumento de la fuerza, aumento de velocidad, aumento de la carga, velocidad cognitiva de respuesta, estabilidad emocional, disminución de la ansiedad, incremento de la capacidad social... Todo eso lo podemos medir con pruebas funcionales y con cuestionarios validados. Los resultados se han publicado en revistas de prestigio y son cifras muy positivas», concluyen.

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