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El músico vigués Carlos Núñez, en una imagen promocional de su último trabajo discográfico.
«Los ritmos e instrumentos charros suenan muy interesantes a oídos de los viajeros británicos»
ENTREVISTA AL MÚSICO CARLOS NÚÑEZ

«Los ritmos e instrumentos charros suenan muy interesantes a oídos de los viajeros británicos»

Los ritmos charros se cuelan en el último viaje por la geografía celta que el internacional gaitero trae este domingo al Liceo

Roberto Zamarbide

Salamanca

Domingo, 26 de enero 2025, 10:12

Serán al final cerca de 70 conciertos a ambos lados del océano, en escenarios tan emblemáticos como el National Concert Hall de Glasgow, la catedral de Saint Patrick de Dublín, el American Heritage Center de Chicago y el World Music Institute de Nueva York. Con el aplauso de crítica y público, el vigués Carlos Núñez y su banda explora esta vez en 'Celtic Sea' las diferentes realidades de la música celta en un viaje que tuvo un origen peculiar.

Su último trabajo parte de una propuesta de una naviera. ¿Cómo surgió este insólito proyecto?

—La empresa Brittany Ferries nació para distribuir productos agrícolas por la costa sur de Gran Bretaña y después pasó a transportar personas. Ahora, al cumplir 50 años, nos llamaron porque les gustó nuestro mensaje «intercéltico». Se han sentido herederos de aquellos navegantes que cruzaron el Atlántico hace 10.000 años, así que hemos grabado una sinfonía, 'Celtic Sea', para la que me solicitaron que uniésemos esas músicas celtas atlánticas de Gran Bretaña, Francia, España, pero también la música del interior. Así me lo pidieron expresamente después de haber constatado el interés de los turistas ingleses. Así que decidí explorar la música de la Via de la Plata, en la que Salamanca tiene mucho que decir. La pieza 'The Silver Way' esta despertando interés y es una de las favoritas en este disco.

¿Qué vínculos tuvo esta calzada con el mundo celta?

—La Vía de la Plata es un corredor que desde la Prehistoria ha unido de algún modo el Atlántico y el Mediterránea como autopista de información y también de música, de instrumentos, en definitiva, de cultura.

¿Y en cuanto a la música? ¿Qué podemos encontrar de Salamanca y su cultura en 'Celtic Sea'?

—Es fascinante. Cualquier charro sabe que la música charra tiene ritmos asimétricos e instrumentos que resultaban muy interesantes para los oídos de esa gente que viajaba en barcos. Así que hemos tenido todos los elementos necesarios para vivir un viaje: por el espacio, porque nos movemos por estos países, y por el tiempo, porque hemos utilizado novedades en instrumentos y técnicas para componer de otras épocas.

¿Quiénes son sus fuentes musicales en Salamanca?

—Yo tengo siempre contactos continuos con sabios que recogen músicas tradicionales, como José Ramón Cid, con su trabajo desde Ciudad Rodrigo de recopilación y su colección de instrumentos antiquísimos. Y así un día descubres que antes se utilizaban materiales como el corazón de las encinas para hacer las mejores flautas. Luego está el profesor Miguel Manzano, que falleció este año pasado, y que estudió a fondo la música del cuadrante noroeste, tal vez el territorio más interesante y desconocido. Él estableció la que llamamos «la diagonal de Manzano», que va de Cádiz a los Pirineos. Al Oeste queda el mundo de las gaitas en todas sus expresiones, las dulzainas... Un mundo muy antiguo de más de mil años. Yhacia el Este, el mundo de las guitarras, con acordes mayores y menores, más moderno.

Para este espectáculo han reconstruido antiguas liras como las que se tocaban hace 3.000 años.

—Las llevaremos al concierto y van a sonar. Son liras que fueron diseñadas a tamaño real en las piedras, los llamados petroglifos, en la Edad del Bronce. Para construirlas hemos probado con todo tipo de cuerdas: hay arqueólogos que sostienen que hace 3.000 años tenían tecnología para hacerlas con cuerdas de oro. Nuestros ancestros estaban muy conectados con la naturaleza: eran muy conscientes de los ciclos del año, la luna, las estrellas… La gente se sorprende cuando les digo que para que mi gaita suene tan bonita, las palletas, que son las cañas que suenan, han de ser cortadas en la primera luna menguante del año, la de enero. Y justamente, atención, vamos a dar el concierto de Salamanca en esta luna menguante.

¿Dónde esta el secreto de la vigencia de la música celta? ¿Tal vez por el poderío cultural anglosajón a través de estilos contemporáneos como el rock y el country?

—Los ingleses y los americanos han sido siempre muy buenos construyendo su relato, creando esos imaginarios que funcionan internacionalmente. Y la música celta ya era comercial hace 250 años: en Londres se publicaba música celta para los emigrantes que llegaban de Irlanda y Escocia y el propio Beethoven compuso de hecho 200 piezas de música celta. Y de Europa pasó a Norteamérica. Las músicas de moda que utilizaron allí como elemento aglutinador, el rock y después el pop, tienen una base celta, además de africana.

Conectar culturas ha sido un concepto clave en su trayectoria. ¿Fueron sus inicios junto a The Chieftains lo que le mostró el camino para acercar géneros musicales aparentemente distintos?

—Sin duda. Tuve la suerte de conocerlos con 13 años y me llevaron por el mundo en un momento en que ellos tenían acceso a grandes artistas universales del rock y otros estilos, como Bob Dylan, Joni Mitchel, The Who o Lou Reed, invitándoles a hacer música tradicional.

Usted tuvo que triunfar fuera de España para que le reconocieran su valía en su propia tierra.

—Sí, sí. Aquello fue flipante. Los grandes titulares de los periódicos americanos fueron imprescindibles, como «Carlos, el Jimi Hendrix de las gaitas». Aquella primera gira por estados Unidos, cuando yo tenia 24 años, despertó el interés en Madrid.

¿Cree haber sido el gran impulsor de la música celta en España?

—Fue una época muy especial. Llegaba el cambio de milenio y recuerdo que se hablaba mucho de «la música de la nueva era», y de conectarse con las cosas importantes. Los medievalistas me dijeron después que ya sucedió un fenómeno parecido en Europa en el año 1.000. El caso es que la música celta había tenido sus vaivenes pero seguía ahí y en esta época se adaptó a las necesidades del momento, evolucionando en su ejecución en cuanto al aspecto formal . Entonces salimos a la luz, fuimos número 1 de Los 40 con el 'El pozo de Arán' y llegamos a vender nada menos que un millón de discos, que no es ninguna tontería. ¡Y tocando la gaita!

¿Cómo ve que ha cambiado su público en todo este tiempo? Porque el panorama es muy distinto y los gustos musicales también...

—Nuestro público es increíble. Después de aquel boom y el tsunami que supuso la nueva tecnología, hoy tengo la sensación de que aquel público ha ido creciendo con nosotros, disfrutando de esta parte de historias, de la investigación. En esta gira por EEUU he visto al público como de vuelta del sueño americano, una aspiración que ahora la encarna más el mundo latino. Es como si la gente de Estados Unidos nos dijera: «no me des tanta IAy low cost y dame música y creación de verdad». Ellos, que han visto las orejas al lobo, envidian nuestras conquistas sociales. Así que te dices: «caramba, qué bien se está aquí, qué suerte tenemos de que tengamos aun tradiciones vivas. Aprovechemos esa filosofía, esa sabiduría que se encuentran en el interior de España.Ojalá sepamos jugar nuestras cartas. Tenemos que tener menos complejos y compartir lo que tenemos con alegría. Y trabajar duro, porque si algo me ha enseñado la tradición, es que las cosas llegan trabajando.

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