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El Niño sabio de Camas» como se conocía Paco Camino, decía adiós a la vida terrenal hace apenas un mes a los 83 años. En Salamanca, la familia del restaurante Río de la Plata llora aún su muerte, no en vano era mucha la amistad que unía a Rafael Andrés y a Paulina Andrés, «Pauli» como la conoce toda Salamanca, «con el mejor torero que ha existido».
Las primeras visitas del diestro a la capital las recuerda «Pauli» cuando Paco Camino era un joven que se acercaba a Salamanca ayudando a su hermano Joaquín, también matador de toros: «venían los dos con su padre Rafael, que era un gran señor, y Paco ya despuntaba porque era un chico muy listo, muy avispado y muy educado». Desde entonces, el restaurante se convirtió en el refugio del torero en sus múltiples visitas a Salamanca. «No había vez que Paco pasara por Salamanca que no se preocupara por nosotros... hasta el punto de coger una gran amistad», explicaba nostálgica la veterana restauradora. En la mesa Paco Camino «era muy normal pero tenía mucha personalidad». Las cenas en Salamanca las regaba siempre con un Rioja suave: «A la hora de pedir comida no se dejaba aconsejar, solía elegir algún pescado aunque el tostón era uno de sus platos favoritos y le gustaba mucho como lo hacíamos», indicaba. Las visitas a la casa de Rafael y «Pauli» eran constantes y tenían una relación constante a través del teléfono: «Recuerdo que cuando me jubilé me llamó por teléfono diciéndome que no se creía que lo dejase. Era todo amabilidad».
Además de sus constantes visitas a Salamanca por su profesión, Paco Camino se acercaba desde su finca en tierras abulenses para disfrutar de la ciudad, y así lo atestiguan las fotos que siguen colgadas en el Río de la Plata: «La última vez que vino fue hace un par de años con su mujer, Isabel, y con unos amigos de Candeleda que quedaron encantados con Salamanca y con la comida».
«Pauli», discreta, explica que la vida de Paco Camino en Salamanca era «como la de todos los toreros de la época». Al diestro de Camas le gustaba la fiesta: «Era poderoso con la muleta, la mejor mano izquierda que ha existido, y también lo era de noche. Le gustaba disfrutar de todo, pero al final siempre rendía en la plaza de toros El número uno», decía la cocinera con los ojos vidriosos.
Paco Camino no era supersticioso en el restaurante y tampoco le gustaban las excentricidades. Era, según «Pauli», un señor muy normal que «sabía comer bien». El marisco y el pescado eran los platos con los que más disfrutaba antes de las eternas sobremesas. «Tenía una gran conversación y se preocupaba por todo, era muy detallista también y sorprendía que alguien de su talla, porque ha sido el mejor torero que ha existido, se preocupara de alguien como yo o como mi hermano Rafael». También destaca la cocinera su dura personalidad: «Estaba enfermo de tanta cornada y de los problemas en el hígado y nunca se quejaba por ello».
Desde la retirada de los ruedos de Camino, para «Pauli» hay un vacío que apenas llenan dos de los toreros actuales: «Soy de Ponce, por supuesto, y de Manzanares, que por aquí ha pasado toda la dinastía, hasta el niño de José Mari que estuvo aquí cuando toreó en Guijuelo». Los toros para ella no serán lo mismo sin Camino, aunque promete acudir a La Glorieta en la Feria.
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