El profesor que se convirtió en conductor de ambulancias: «Es esencial ponerte en el lugar del paciente»
El salmantino Jesús Ignacio Rodríguez forma parte de un eslabón importante en la cadena que forma el ámbito sanitario. Con su control al volante y cada sirena encendida, da la primera atención a heridos de diversa gravedad
Salamanca
Sábado, 2 de agosto 2025, 07:00
Empatía, responsabilidad y poner el foco en la situación a la que va a enfrentarse. Son las normas esenciales que sigue el técnico de emergencias en soporte vital básico y conductor de ambulancias Jesús Ignacio Rodríguez cada vez que ocupa su puesto de trabajo. Es ya un cuarto de siglo dedicado profesionalmente a ello y asegura que, aunque la vocación le llegó tarde, este puesto le ha cambiado hasta la forma de ser: «Cuando eres joven eres radical, agresivo en la carretera, yo ahora me lo tomo con otra filosofía. Aprendí que lo importante es llegar, y en mi caso llegar con el paciente en las mejores condiciones posibles».
Jesús Ignacio tenía otros planes. Él siempre ha querido ayudar a la gente, pero en principio buscaba hacerlo en el sector educativo. «Estudié Magisterio, soy profesor. Esto lo conocí porque hice una prestación sustitutoria en la Cruz Roja», aclara el técnico de emergencias. Trabajar en esta entidad le llevó a ayudar en un campo de refugiados en los Balcanes durante la guerra de Kosovo a finales de los años 90. «Salir fuera te abre los ojos de cómo funciona la sanidad en otros países, y aquí somos muy afortunados en ese sentido», explica Jesús Ignacio. Al poco tiempo de volver, en el año 2000, se subió a una ambulancia y desde entonces su vida profesional se basa en dar la primera asistencia en la zona de salud de Peñaranda a heridos por cualquier causa y de diversa gravedad. Un trabajo que además le permite compaginar a la perfección su vida personal: «He podido disfrutar de la niñez de mi hija, porque el día que trabajo estoy de guardia 24 horas, pero también tengo días de descanso en los que puedo dedicar todo el tiempo a mi familia», expresa ilusionado.
No obstante, su puesto como técnico de emergencias y conductor de ambulancias no le ha impedido seguir con la que fue su vocación inicial: la enseñanza. Se le nota al expresarse, al relatar hechos y enumerar sus tareas, nació para difundir conocimientos y valores. Y así lo continúa haciendo. Ahora como formador en certificados de profesionalidad, transporte sanitario y atención a múltiples víctimas, habitualmente para personas en paro o que buscan promoción en su trabajo. Aún así, añade que cualquiera debería realizar estos cursos: «No tienes que ser sanitario, si tienes unas pequeñas nociones, ahí puede estar la diferencia entre la vida y la muerte».
Al preguntarle si se considera un 'héroe que salva vidas', lo niega rotundamente. «Dar la primera atención no significa ser un héroe. Nos centramos en nuestro trabajo: mi objetivo es recoger a esa persona, estabilizarla y trasladarla en la ambulancia para que llegue al hospital en las mejores condiciones posibles, para que así los sanitarios en el hospital tengan más opciones de sacar adelante al paciente».
Para Jesús la asistencia sanitaria es una cadena en la que cada eslabón es importante para la consecución del resto. Un trabajo que requiere de una mezcla de sangre fría y empatía, ingredientes muy diferentes, pero no contrarios: «Se necesita sangre fría para atender al herido, pero también empatizar. Es esencial ponerte en el lugar del paciente».
Además, el técnico añade que es importante no llevarse el trabajo a casa: «Somos humanos, ser testigo de una desgracia te duele, pero hay que separarlo de lo personal para que no te afecte demasiado». A pesar de lo ya vivido y lo que queda, Jesús Ignacio seguirá desplazándose en su vehículo para asistir emergencias. Porque aunque lo descubrió con el paso del tiempo, él nació para ello.
