El obstáculo de los Dominicos

El año 1961 marcó el inicio de la última etapa que resolvería la trabajosa ejecución de la Gran Vía. La historiadora Sara Núñez Izquierdo subraya el reto que supuso para los sucesivos miembros de las corporaciones municipales la apertura del último tramo, desde la calle San Justo hasta la actual plaza Concilio de Trento.

Decidir el trazado del remate final de la avenida obligaba a dar con una solución para salvar el obstáculo del convento de San Esteban, que obstaculizaba la conexión de la Gran Vía con la ronda sur de circunvalación, hoy paseo Rector Esperabé.

Corría 1962 y la solución adoptada fue un concurso nacional de ideas, previa consulta a las direcciones generales de Arquitectura, Urbanismo y Bellas Artes. El objetivo, resolver la ordenación del sector de Santo Domingo, la plaza de Anaya y el final de la Gran Vía. El proyecto que recibió el primer premio fyue presentado por los arquitectos Javier Barroso Ladrón de Guevara y Ángel Orbe Cano. El proyecto ganador explicaba el sentido del actual trazado de las calles en esa zona, Los vehículos que bajaban hacia el río se desviaban hacia San Pablo y Canalejas, «reservando el enlace bajo el puente de Santo Domingo para peatones y circulación restringida de vehículos. Se crea una nueva calle contigua a la plaza de Colón» –la actual Juan de la Fuente– «que enlaza San Pablo y Gran Vía, que constituye la salida fundamental hacia la puerta de San Pablo».

Un Plan Parcial aprobado en 1966 desarrolló el proyecto ganador, pero las expropiaciones necesarias para hacerlo realidad volvieron a retrasar su ejecución hasta octubre de 1974.Finalmente, el domingo 22 de diciembre y con Pablo Beltrán de Heredia como alcalde, se inauguraba la urbanización del último tramo con la banda de música y chanfaina popular. Concluía 71 años después la compleja obra que alumbró la Gran Vía.