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Hacer de un árbol una gran obra de arte a través de una serie de técnicas que impidan su crecimiento viene siendo una técnica milenaria en Japón que actualmente se practica en todos los continentes. España no es una excepción y Salamanca se ha convertido un buen referente. Así lo ratifican los más de 35 años que llevan practicando estas técnicas de conservación los integrantes de la Asociación Salmantina de Bonsáis, que este fin de semana sacan a la calle sus trabajos, auténticas obras de arte. La muestra reúne más de cuarenta árboles de una veinte de especies en el patio de La Salina, de la Diputación de Salamanca, durante todo el fin de semana. El horario de visitas es de 10:00 a 21:00 horas de manera ininterrumpida.
Con más de tres décadas a sus espaldas, esta asociación ha querido retomar el espacio en el que iniciaron sus exposiciones para presentar esta muestra, en la que figuran auténticas «joyas» resultado de esta técnica milenaria. Entre las piezas más destacadas por su singularidad, figura un falso membrillo chino procedente del Real Jardín Botánico de Madrid, que tiene la peculiaridad de que fue un regalo del rey de Marruecos, Hasán II -padre del actual rey, Mohamed VI-, a España, según desvela el experto y responsable de la colección del Real Jardín Botánico, Alex Gómez. «Es una pieza que pertenece al estilo que se conoce como enraizado en roca», señala.
Junto a esta auténtica joya, el propio experto en bonsáis ha prestado para esta exposición un árbol de su propiedad, un arce, para ser más concretos, también muy singular y que también tiene una historia muy curiosa: «El árbol viene de Italia, de un viaje que realicé en 2003. Me encontré un árbol tirado en una cuneta de un vivero. Pedí que si me lo podía llevar, porque lo tenían apartado creyendo que estaba muerto. Medía más de 1,80 metros, corté y dejé las dos ramas principales y el cepellón, lo metí en la maleta y me lo traje a España, donde he hecho toda la recuperación. Para mí ha sido un milagro», afirma Alex Gómez, quien califica la muestra de La Salina como «una gran exposición, en la que hay piezas muy buenas», apostilla.
Consciente de que la técnica del bonsái es una «cuestión de detalles», el responsable de la colección del Real Jardín Botánico de Madrid quiere huir de la definición simplista que se le otorga al bonsái como «un árbol de bandeja» y se muestra partidario de considerarlo como «un árbol igual que los que están en el campo».
Aunque las especies más proclives para este arte milenario son las coníferas y las plantas de hoja caduca, en esta muestra figuran también especies autóctonas del entorno como el roble o la encina, pero también otras como el arce, pino, fresno, romero, olmo, olivo, enebro, espino de fuego, ciprés, membrillo o ficus, entre otras.
Además de la exposición, la Asociación Salmantina del Bonsái, ha organizado para el sábado y domingo un taller práctico. «Los socios vamos a traer unos árboles que están en punto de desarrollo para indicar cómo actuar sobre ellos y los pasos que hay que dar para convertirlos en bonsáis», anuncia Alberto de la Calle, presidente de dicha asociación, quien recuerda que el taller está abierto a todo el público. «Una experiencia única para los amantes del bonsái, sin duda», confiesa David Mingo, diputado de Cultura.
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