«Llevo desde los 17 años y todo lo que sé me lo enseñó mi padre»

En la avenida de Champagnat y alrededores todo el mundo conoce a José Manuel Carrasco, el quiosquero de una mítica tienda de barrio que vende pan, prensa, fruta, golosinas y otros artículos. Recientemente, el salmantino al frente del negocio ha incorporado su local a la gran bolsa de negocios disponibles para la recogida de paquetes de varias empresas especializadas.

Conocido popularmente como 'el quiosco de Teo', este alias hace referencia a su padre, Teododosio Carrasco, el fundador del negocio en el año 1960. En sus orígenes, el quiosco era una tienda de ultramarinos y se encontraba en esta misma ubicación, en la avenida de Champagnat número 12. «Esto era una tienda de barrio de toda la vida y teníamos de todo», asegura. Su padre sufrió un infarto y José Manuel Carrasco inmediatamente se hizo cargo del negocio. Confiesa que no ha conocido otra cosa. «Yo llevo desde los 17 años detrás del mostrador y ahora tengo 57, más de cuarenta años. Todo lo que sé del oficio me lo enseñó mi padre», recuerda con nostalgia.

El quiosquero abre todos los días de la semana, en un horario bastante amplio. Solo cierra sus puertas las tardes de los sábados y domingos y, para agosto, se reserva algunos días de vacaciones. «Es un trabajo muy gratificante y, aunque hay ratos que se pasa mal, casi todos los días son buenos y se hacen llevaderos. Tengo la suerte de contar con muchos clientes fieles del día a día, y eso también hace mucho», reconoce.

El trato cercano con el cliente es una de las cosas que más valora el dueño. «Lo más importante es tener simpatía y amabilidad. Hay veces que tenemos que hacer un poco también de psicólogos, porque hay gente que vive sola para la que es muy importante hablar con alguien a lo largo del día», comenta. En ocasiones, también acerca parte de la compra a algunos clientes mayores del barrio con movilidad reducida y con los que tiene una buena relación. «Esas son algunas de las cosas pequeñas que hacemos cada día. Hay veces que acerco el pan o la fruta a las casas de algunos mayores del barrio», asegura.

Los vecinos de toda la vida y las familias y niños de los colegios próximos conforman toda su clientela. No obstante, reconoce que la paquetería es uno de los factores por los que recibe a más gente joven en su negocio cada día. «Las nuevas generaciones ya no piensan en el negocio de barrio, piensan directamente en ir al supermercado. Sin embargo, los paquetes atraen a mucha gente joven», asegura.

Diez años le quedan a José Manuel Carrasco detrás del mostrador. El quiosquero, que tiene dos hijos, no prevé que otra generación se haga cargo del negocio. «Ellos están estudiando», afirma.

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