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Rodríguez Argüeso ante su Guzzi 65 y el coche Salmson de 1924 que fue emparedado para evitar su requisa. ALMEIDA
La colección que explica la Guerra Civil está en Salamanca

La colección que explica la Guerra Civil está en Salamanca

Con 5.500 documentos sobre la contienda en Salamanca, el investigador José Luis Rodríguez Argüeso expone en la actualidad una pequeña parte en el Museo de Automoción y el Archivo Provincial

Lunes, 3 de agosto 2020, 23:40

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Comenzó coleccionando sellos y monedas. Un día vio una muestra sobre censura y empezó a tirar del hilo con unas cartas familiares. Hoy tiene 5.500 documentos sobre la Guerra Civil en Salamanca. Una pequeña parte de ellos, el 15%, han dado pie a dos exposiciones, abiertas en la actualidad en el Museo de Automoción y en el Archivo Provincial. José Luis Rodríguez Argüeso, que fue profesor de inglés en institutos de bachillerato, ha investigado incansablemente durante 30 años y hasta ha adquirido piezas por internet. “Me extraña mucho que intentemos averiguar si unas ánforas romanas son de una fecha u otra, pero tengamos un desconocimiento tremendo de lo que han vivido nuestros padres y abuelos”, dice el coleccionista e investigador, que defiende las ventajas de contar con un hobby con el que desconectar de nuestras ocupaciones laborales.

Requisa de vehículos. Rodríguez Argüeso apunta que la adquisición de un vehículo a principios del siglo XX solo estaba al alcance de muy pocos. Para los ciudadanos que tenían un vehículo después de años de esfuerzos fue un disgusto que se lo requisaran en la Guerra Civil, una práctica de los ejércitos de ambos bandos. Por eso, una treta fue emparedar los vehículos hasta que terminó la contienda, como el Salmson amarillo que se ve en el Museo de Automoción. También se requisaron camiones, con lo que los afectados se quedaron sin su medio de vida.

Un país de motos. El coleccionista, que también cuenta con 38 motos y dos vehículos de época, explica a pie de la exposición “Automoción y Guerra Civil” en el Museo de Automoción que, acabada la contienda, los únicos vehículos que existen son los rematriculados y los que se han sacado de desguaces. La España de los años 50 es un país de motocicletas y las más representativas (y abundantes) son las Gucci 65.

Nudo de comunicaciones. Con Franco instalado en el palacio que le cedió el obispo Plá y Deniel desde octubre de 1936 hasta agosto de 1938, que fue su Cuartel General, Salamanca adquirió importancia como nudo de comunicaciones. Incluso cuando el Generalísimo se traslada a Burgos, parte del Cuartel General se queda en Salamanca, como los alemanes. “En Salamanca”, indica Rodríguez Argüeso, “donde llegó la Legión Cóndor con armas, artillería, aviones... también está la empresa de transportes alemana Marion, con una flota de camiones muy amplia. Y a esta ciudad llegan productos de otras provincias con destino a Alemania. Cuando los alemanes declararon la guerra a Rusia, desde Salamanca se transportó lana, piel o fruta”.

El aeropuerto de Matacán. Aunque se construyó un primer aeropuerto en Matilla de los Caños, en la carretera de Ciudad Rodrigo, con las lluvias se atascaban los aviones, que no podían despegar del barro. Un soldado fue quien dijo conocer una zona que siempre estaba seca. Se trataba de Matacán, “un coto de caza donde había unas liebres tan musculadas y potentes que reventaban a los perros corriendo. De ahí el nombre de Mata-cán”. Rodríguez Argüeso también recuerda que Salamanca se convirtió en epicentro de la aviación, con el aeropuerto de uso militar (se partió a bombardear Madrid), al tiempo que se creó el aeródromo civil de la zona franquista, que comunicaba con Berlín, Roma, Marsella... y con Sudamérica a través de Lisboa. Los billetes se vendían en la Oficina de Turismo ubicada en el Gran Hotel. “Se reactiva Iberia, que se había creado en el año 1927. Había bastantes viajes, con vuelos prácticamente todos los días. Hay que pensar que habría mucho movimiento a nivel diplomático, y que la capacidad de los aviones tampoco era muy grande. Y que toda la gente de la zona franquista que quisiera ir a Alemania e Italia tenía que pasar por Salamanca”, recalca el investigador y coleccionista.

Otro dato curioso es que en el aeropuerto que se quedó sin uso se reunieron el 21 de septiembre de 1936 los generales (están Mola, Queipo de Llano, y Kindelán) y nombraron a Franco Generalísimo de los Ejércitos. Todos pensaron que tenía que haber un mando único.

Blindados made in Salamanca. En Salamanca, recuerda Rodríguez Argüeso, hubo industrias militarizadas que solo podían trabajar para el Cuartel General de Franco y para la Legión Cóndor. Se fabricaban explosivos, carrozaje de vehículos, y blindados artesanales. “Como no había carros blindados, a través del chasis de un camión, poniéndole placas metálicas, hacen un blindado. Se hicieron muchísimos en España, en una y en otra zona, pero no eran útiles. Militarmente solo servían para circular por terreno llano, no para monte ni para bacheados, aunque el efecto psicológico era muy fuerte al entrar en la Plaza Mayor y ver ese blindado que tuvimos por el que asomaban cañones y una ametralladora. Pero después, en Salamanca se empezaron a reír cuando vieron que ese blindado seguía aquí”, comenta el coleccionista.

Explosión de un polvorín de Peñaranda. Hubo un tercer aeródromo, utilizado por los aviones de la Legión Cóndor, en la finca Arauzo, propiedad de Ricardo Soriano y Scholtz von Hermensdorff, marqués de Ivanrey, en el término de Nava de Sotrobal, a escasos kilómetros de Peñaranda de Bracamonte. Quizás por eso se ubicaron allí tres polvorines. Uno explotó el 9 de julio de 1939, causando una tremenda explosión. “Fue tremebundo. Porque en una población a 40 kilómetros de Salamanca montan tres polvorines en pleno casco de la ciudad, cuando normalmente se ubicaban en el monte. Y acabada la guerra, llega un tren cargado de explosivos, de amonal, y lleva una rueda frenada, un eje caliente que va echando chispas. Llega a la estación, provoca un incendio, explota el tren y por simpatía explota un polvorín. Se habla de mil casas destruidas y el número de habitantes muertos debió ser muy grande, aunque entonces se minimizó. La explosión se oyó aquí en Salamanca. Y el camión de bomberos español Naval Somua, que se ve en el Museo de Automoción, apagó incendios que duraron tres días en Peñaranda”, apunta José Luis Rodríguez Argüeso.

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