José Santos, bombero desde hace cuatro décadas: «En un incendio, lo más importante es la vida»

«Siempre tuve muy claro que me gustaban los trabajos de acción, era lo que necesitaba», cuenta José Santos, actual sargento y jefe de guardia en el Parque de Bomberos de Salamanca, mientras explica por qué lleva casi 38 años trabajando en rescates, incendios y demás situaciones de riesgo, y cómo mantiene intacto el mismo buen ánimo. Nos recibe en una semana complicada, en la que las altas temperaturas por la ola de calor y las fuertes rachas de viento están generando incendios en zonas de pasto cercanas a la capital y también en otros puntos como La Alberca, donde varias dotaciones han acudido a colaborar.

Aunque para él no es algo extraño. Es su rutina, su vida profesional, especialmente en verano. «Entré aquí con 20 años recién cumplidos. Empecé la carrera de Geología, pero no me convenció mucho y justo salieron unas oposiciones para bombero», relata Santos.

A diferencia del trabajo del bombero forestal, el bombero urbano mantiene prácticamente la misma carga laboral durante los doce meses: «Se cocina todo el año; incluso quizá en invierno haya más fuegos de interior porque hay más aparatos de calefacción y la gente pasa más tiempo en casa. Aunque ahora tenemos también incendios de pasto», asegura el sargento. Como ejemplo, recuerda que este pasado lunes tuvieron que luchar contra las llamas en el polígono de Los Montalvos, en Carbajosa de la Sagrada, mientras que la semana anterior hicieron frente a dos incendios en viviendas de la ciudad. Y son solo algunos casos, porque la actividad es continua.

En estas casi cuatro décadas de trayectoria ha vivido situaciones complicadas que requieren saber gestionar y, sobre todo, evitar llevarlas al terreno personal. En su caso, José confiesa que tiene apoyos esenciales: «A veces cuesta mucho no llevarse el trabajo a casa, pero el uniforme ayuda, y también el trabajo en equipo. El compañerismo, venir aquí y sufrir estas historias juntos, ayuda».

José Santos es otro de esos héroes que no se consideran como tal, ya que entiende su labor como parte de su profesión. Sin embargo, sí ha salvado vidas a lo largo de su carrera. Guarda en su memoria un episodio al inicio de su trayectoria que le marcó por la corta edad de los afectados: «Recuerdo un fuego en la avenida de Italia, en el año 90. Tres niños estaban solos en la vivienda porque sus padres tenían un bar y trabajaban. El edificio estaba lleno de humo. Los rescatamos, pero son momentos que no se olvidan». Otra situación de gran riesgo fue el incendio del Convento de Carvajal, en el año 2000: «Estábamos subidos en un tejado y se vino abajo. Nos quedamos colgando de un muro… tuvimos muchísimo trabajo allí», relata el sargento.

Añade también que, con el paso de los años, su manera de enfrentarse a los peligros ha cambiado: «Con el tiempo y la experiencia me acostumbré, pero cuando tuve hijos era muy duro, sobre todo si había críos implicados. Ahora depende del momento, porque hay situaciones duras».

En relación con los graves incendios que han asolado distintas zonas del país esta semana, el bombero recalca la importancia de seguir las indicaciones de las autoridades a la hora de desalojar una vivienda: «Es muy difícil dejar atrás todo lo que tienes, pero cuando se evacúa una zona es porque existe un peligro real. En un incendio, lo más importante es la vida», sentencia. Él y sus compañeros se encargarán de mantener la seguridad de los demás frente al avance de las llamas.

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