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Domingo, 3 de abril 2022, 23:49
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Jorge Blass (Madrid, 1980) regresa a Salamanca el 9 de abril con su nuevo espectáculo, con sorprendentes ilusiones, efectos imposibles y visualmente espectaculares, apariciones, desapariciones y magia interactiva en la que el público es protagonista.
–¿Qué propone en el espectáculo “La magia de Jorge Blass”?
–Un espectáculo muy interactivo para todos los públicos, con mi visión de cómo es la magia en el siglo XXI. Es una magia muy alejada de los conejos, las chisteras, de la magia clásica. En un uno de los números estrella participa todo el Palacio de Congresos a la vez desde su butaca: les entregamos unas tarjetas al inicio y ellos pueden hacer magia en sus propias manos hasta que llega la interacción.
–Utiliza las nuevas tecnologías.
–Hago magia con las redes sociales, con teléfonos móviles. Antes era: “Elige una carta” y ahora es: “Préstame tu teléfono y pon atención, que vamos a hacer algo increíble”. Y luego hay un juego que está inspirado en internet, en la inteligencia artificial. Hago una reflexión sobre estas compañías que venden productos tipo Amazon o AliExpress. Hacemos un pedido en directo y sucede algo muy mágico porque nos damos cuenta que esta gente sabe lo que queremos pedir por internet antes de que lo pidamos, lo cual es una anticipación casi mágica.
El espectáculo es un recorrido por la magia de nuestro tiempo. También hay guiños a la magia clásica, un poco de prestidigitación, que es como la esencia de la magia para mí, donde solo con las manos hago aparecer naipes del aire, donde juego con la percepción del espectador y hago desaparecer cosas delante de sus ojos.
–Le atropellaron en 2017.
–Afortunadamente estoy recuperado del todo. Fue muy dramático porque durante meses, no pude mover el pulgar de mi mano derecha. Para mí era perder mi oficio. Pero recuperé la movilidad. Estoy feliz porque puedo volver a “prestidigitar”, como nos gusta decir a nosotros.
–Vaya trance tan tremendo.
–Sí, sí. Además, me atropelló un conductor ebrio. Y hubo un juicio.
–Si volviera a nacer, volvería a ser mago.
–Yo creo que sí. Esto es una pasión que te atrapa. A mí me atrapó muy joven. Yo tenía cinco o seis años y desde entonces no he parado. No me imagino haciendo otra cosa de momento.
–De niño trasteaba con magia.
–Fue el azar. Un día vi a Tamariz en la tele, que estaba haciendo un programa que se llamaba “Magia Potagia” y me quedé pegado al televisor. Me entusiasmó, quería aprender esto, no sabía cómo.
Y pasaron seis años hasta que descubrí una tienda de magia en Madrid y también empecé a coleccionar unos fascículos que vendían en los quioscos. Tenía 12 años y me atrapó el mundo de la magia: quería descubrir todos los juegos, quería practicar... A los 15 empecé a actuar: iba al instituto y por la noche actuaba en locales de Madrid. Luego entré en Psicología en la universidad y en aquella época me profesionalicé mucho más, hasta que en tercero de carrera desaparecí de la universidad y me dediqué a la magia.
–Aprendió magia en la Escuela de Juan Tamariz.
–Mis inicios fueron en la Escuela de Juan Tamariz cuando tenía 12 años. También admiraba a grandes magos como Pepe Carrol y Anthony Blake. A los 15 empecé a hacer un numerito que llevé a varios congresos. A los 19 años me profesionalicé más: me dieron en Montecarlo la Varita Mágica de Oro que me entregó el príncipe Raniero. Y entonces empecé a recibir mucho trabajo de fuera de España. Empecé a viajar a festivales, en el año 2000 empecé en televisión y en aquel momento monté mi productora de teatro y de televisión.
–La magia es un oficio que puede ocupar las 24 horas del día.
–Somos muy autodidactas. Tenemos que estar siempre pensando nuevas formas de sorprender a nuestros espectadores o de crear nuevos espectáculos. La magia tiene que evolucionar y la única manera es encontrar caminos distintos, caminos que nadie ha pensado Como en cualquier disciplina artística, te tienes que estar reciclando, pensando en lo próximo y en qué va a fascinar al público. Nosotros somos magos porque hay un público delante. Y hay que dedicarle muchas horas: a mí me encanta preparar los shows, practicarlos y ensayar. Y el momento más grandioso es cuando ves la cara del público. Eso desde niño es lo que más me fascinó. Tengo un hermano seis años mayor que yo y le hacía magia por ver su cara de asombro. Cuando tú ves eso, todas las horas de ensayo y trabajo merecen la pena.
–La magia le ayudó a superar su timidez.
–Yo era un niño muy tímido y la magia me ayudó mucho a comunicarme y a vencer esa timidez. La magia me dio muchas herramientas para comunicarme y hablar en público. Por eso creo que es una muy buena afición: te da herramientas muy buenas para conocer a las personas, porque para sorprender a alguien tienes que conocer cómo razona, cómo piensa...
–David Copperfield le compró un truco.
–Fue un juego que yo hacía hace cinco años. Le entusiasmó. Me llamó por teléfono. Fue una llamada muy inesperada. Él había visto una teletransportación usando las redes sociales y quería que le vendiera los derechos para hacerlo en Las Vegas. Yo le admiro mucho, lo había conocido hace algunos años, me fui a Las Vegas y desde entonces tenemos una muy buena relación. Él no hace habitualmente el juego, aunque sí lo ha realizado en algún programa de televisión y ha hecho su versión del juego. Me emociona mucho ver que el mago número “uno” del mundo ha elegido una de mis magias. Tengo un nuevo amigo que se llama David Copperfield: si me lo hubieran dicho de niño cuando veía sus especiales, no me lo hubiera creído.
–¿Saca al escenario solo al público predispuesto a participar?
–En un auditorio de 1.000 personas como en el Palacio de Congresos de Salamanca habrá fácilmente 100 personas que están deseando participar. Es mucho mejor hacerlo con ellos, que les apetece que no sacar a alguien que lo vaya a pasar mal. Los espectadores pueden estar muy tranquilos.
–¿Qué hace para desconectar?
–Hago muchos viajes al año para ver magia. Hay quien viaja para comer en restaurantes con estrella Michelin y yo viajo para ver a compañeros. También viajo por placer: después de actuar en Salamanca me iré una semana a Islandia para ver naturaleza en estado puro, que me inspira. Me gusta leer y el cine me encanta.
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