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A sus 41 años es todo un experto de la música tradicional del noroeste de España. Estudioso del folclore y con hondas raíces en Salamanca, este zamorano transmite sus conocimientos desde universidades a sus tutoriales específicos en su web. Músico virtuoso, ningún instrumento tradicional de Castilla y León tiene secretos para él. Su ilusión: la puesta en marcha de una institución regional que impulse nuestro patrimonio musical de raíz.
Está embarcado en muchos proyectos ahora mismo, ¿no?
—Sí, hemos acabado el espectáculo «Rebambalancha», en el que actúo con flauta y tamboril con una banda de música. Tambien tengo otro que se llama «En Clave Folk», tocando vestido de charro junto a una pareja de baile; «De mano en mano», un concierto didáctico en el que hablo de la tradición de los instrumentos de Castilla y León. Y luego esta «Músicas de Raya» con el portugués Paulo Meirinhos, de Miranda do Douro, en el que, con instrumentos tradicionales de las zonas, tocamos melodías de la Raya que se cantan indistintamente a uno y otro lado desde Chaves hasta Ayamonte; solo cambia la letra.
¿Cómo se produjo su primer encuentro con la música?
—Aunque nací en Blanes, donde estaba destinado mi padre, nos vinimos a Zamora cuando era muy chiquito. En mi familia hay profesores de música, cantantes... Con 6 años mi madre me llevaba a ver los ensayos de la Banda de Música de Zamora y y me ofrecieron dar clases. Comencé tocando la trompeta.
¿Y cuando sintió la llamada de la música tradicional?
—Mi padre de es de Campillo de Azaba, de allí vienen los Pedraza, y mi madre de la Tierra de Campos zamorana. En mi colegio de Primaria daban por la tarde clases de folclore, y con 11 años ya me inicié en la flauta y el tamboril. Y fue un descubrimiento: sentí que era el instrumento más completo y más perfecto. Para mí los tres elementos fundamentales de la música son la melodía, el ritmo y la armonía. El tamboril ya reunía melodía y ritmo, me permitía ser autónomo y no depender de nadie.
Posee una solida formación académica: licenciado en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad de Salamanca, diplomado en Educación Musical por la Universidad Pontificia y Máster de Música Hispana en la especialidad de Musicología por la Universidad de Valladolid. Salamanca ha tenido un peso importante en su formación.
—Así es. Cuando estaba estudiando Educación Musical en la Pontificia falleció Ángel Carril, que murió muy joven. Ya cuando le dieron su nombre al Centro de Cultura Tradicional, aún en la Torre del Clavero, aprendí allí con Manuel Pérez, El Mariquelo y Juan Manuel de Bustos.
Como experto, ¿qué rasgos identifican a la música tradicional de Castilla y León respeto de otras?
—Somos una comunidad muy grande, muy dispersa y muy rica, con nueve provincias que mantiene contactos con muchas otras regiones vecinas y que, a su vez, tienen entre sí muchas diferencias. Compartimos muchas cosas con el folclore del noroeste peninsular y en mi opinión en Salamanca y Zamora tenemos más en común con Miranda do Douro que, por ejemplo, con Soria. Otro rasgo que distingue a Castilla y León es que tenemos una variedad organológica grandísima, contamos con una gran cantidad de instrumentos tradicionales, quizás la que más de España. Y contamos con una gran riqueza de bailes y de tipología de canciones.
Pero si alguna música tradicional trasciende al resto de España es la de otras comunidades como Galicia o el País Vasco, y no la de Castilla y León. ¿Qué es lo que nos falla?
-El problema es que no nos lo creemos. No conocemos nuestra verdadera riqueza y diversidad y tenemos la autoestima baja. Creo que a la hora de fortalecer una identidad cultual, el folclore es lo único que une a las nueve provincias. Sería necesario que existiese una institución de ámbito regional que centralice las actividades que ahora se llevan a cabo por su cuenta en Salamanca, en Zamora, en León... Nuestra música tradicional necesita un lavado de cara. No sabemos vender lo nuestro, y en eso somos todos culpables.
¿Ve entonces a Galicia y el País Vasco como referencias para la promoción del folclore?
—Si. El primer modelo que tenemos mas cerca es Galicia, como ejemplo de comunidad que promueve y promociona su música tradicional. Y también el País Vasco, por supuesto. Ambas son comunidades que llevan al folclore por bandera, unos con la muñeira y la gaita y los otros con el aurresku, los dantzaris y el txistu.
Mucha gente identifica aún a la música tradicional de Castilla y León como algo antiguo, de gente mayor tocando el tamboril. ¿Como se puede cambiar este estereotipo?
—Por eso participé en el programa de televisión «Got Talent», con el objetivo de que no nos sigan identificando como algo viejo y trasnochado. Intento que los jóvenes puedan ver futuro en todo esto.
También tomó parte en el programa de La 2 «Un país para escucharlo» y que se grabó en Zamora. ¿Como fue aquella experiencia?
—Muy buena. Compartí programa con el grupo de rock «El lado oscuro de la broca», mezclando nuestros estilos indie y folk junto a Ariel Rot.
¿Cree que en esta mezcla de estilos, en esta exploración musical puede estar el futuro de la música folk?
—Si, esa es la clave. En Castilla y León tenemos muchos archivos y museos, como los de Ángel Carril, el del recientemente fallecido Miguel Manzano o el de Joaquín Díaz en Urueña. Lo tenemos todo salvaguardado, pero si queremos perpetuarlo, nuestra actitud debe ser la de mente abierta e acercarnos a otros géneros musicales para evolucionar.
El grupo Tanxugueiras estuvo a punto de representar a España en Eurovisión. ¿Veremos algún día música tradicional de Castilla y León a un nivel tan popular en todo el país?
—Es complicado. Creo que se van a necesitar varias generaciones para llevar la música de raíz de Castilla y León a los grandes escenarios. Nos queda mucho por trabajar y aprender. Tenemos que reflexionar, ganar en autoestima, creérnoslo un poco. En Galicia existe una tradición de pandereteiras y esas chicas lograron romper el techo. Lo mismo ha pasado con Rodrigo Cuevas en Asturias, como en su día hicieron también en estas comunidades Carlos Núñez y Hevia. Desde entonces, en torno al año 2000, no llegaba nadie de la música folk al circuito comercial.
Entonces, ¿qué futuro prevé para nuestra musica tradicional?
—Es cierto que está aumentando la sensibilidad y cada vez se entiende mas la importancia de la tradición, pero lo cierto es que nos falta mucho para parecernos a nuestros vecinos.
¿Ve que cantera de gente joven que tome el relevo?
—Si, pero hay que aprender a trabajar con las nuevas generaciones, porque hemos dejado la enseñanza en manos de asociaciones. Ahí es donde haría falta esa institución regional.
¿A quien destacaría hoy en Salamanca dentro del panorama de la música tradicional?
—A Mayalde, sin duda, Llevan mucho tiempo trabajando, han sabido adaptarse a los tiempos y atender las necesidades del público. Todos tenemos que agradecerles su trabajo. En general, creo que con el picao serrano, las charradas y los tamborileros por las calles, en Salamanca el folclore esta muy vivo.
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