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Carta de Carlos I al Virrey de Nápoles con la designación de Figueroa.
El salmantino que estuvo al servicio del gran imperio español

El salmantino que estuvo al servicio del gran imperio español

Juan Rodríguez de Figueroa fue un hombre de Estado al servicio de Carlos I y Felipe II | El Archivo Histórico Provincial recorre su vida, con documentos, en una exposición virtual

Miércoles, 10 de febrero 2021, 11:08

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Cerradas al público sus exposiciones presenciales, el Archivo Histórico de Salamanca permite interesarse por sus muestras virtuales, como la dedicada al salmantino Juan Rodríguez de Figueroa (Ledesma, 1490- Madrid, 1565), jurista, religioso y hombre de estado al servicio de Carlos I y de Felipe II.

Con una intensa biografía, Juan Rodríguez de Figueroa estudió en el colegio de San Bartolomé de la Universidad de Salamanca, de la que posteriormente fue catedrático de cánones. También fue juez metropolitano, canónigo doctoral de la iglesia de Coria, vicario en Alcalá del arzobispo de Toledo Alonso de Fonseca (dirigió los procesos de 1526 contra Ignacio de Loyola); oidor de la Chancillería de Valladolid, auditor de Rota en Roma y regente en el Reino de Nápoles durante casi dos lustros, desde donde regresó a España para servir en el Consejo y Cámara de Castilla. Fue también caballero de la Orden de Santiago. En 1542 ejerció como visitador del Consejo de Indias para poner fin al maltrato que sufrían los indígenas americanos, por lo que se promulgaron las Leyes Nuevas. Fue consejero de Estado desde 1558, presidente del Consejo de Órdenes al año siguiente, consejero del de Italia y finalmente presidente del Consejo de Castilla, en cuyas funciones murió a los 75 años de edad.

Tras su estancia en Nápoles y ejercer de consejero y asistente del virrey (en muchos documentos aparece como regente), Juan Rodríguez de Figueroa regresará a España para ser nombrado por Carlos I consejero del Consejo del Rey o de Castilla, compuesto por oficiales regios, en su mayoría letrados, de la total confianza del rey, que les sometía a consulta toda clase de asuntos. Ser consejero de este Consejo se consideraba en muchos casos la cúspide de la carrera burocrática. Aunque Juan Rodríguez de Figueroa no se quedó ahí sino que llegó a ser presidente del Consejo en 1563, se explica en la muestra virtual.

En algunas fuentes Juan Rodríguez de Figueroa aparece formando parte no sólo del Consejo sino también de la Cámara de Castilla, a la que se incorporó al comienzo del reinado de Felipe II, en 1557. La Cámara de Castilla resolvía cuestiones de gracia, merced y patronato real. Era un despacho casi secreto y reservado del rey.

La firma en Gante en abril de 1540 de la real provisión que nombra a Figueroa consejero del Consejo de Castilla, coincide en el tiempo con la airada reacción que tuvo el emperador con Ledesma después de que la ciudad le hubiera negado el socorro económico en sus guerras contra Francia. El monarca no solo derribó sus puertas y otros símbolos de la ciudad, sino que sometería a sus conciudadanos al agravio al obligarles a desfilar descalzos portando una especie de ridículo camisón y con una soga al cuello, como la de los ahorcados (origen de la expresión “andar con la soga al cuello”).

En 1548 Juan Rodríguez de Figueroa será nombrado por Carlos I uno de los cuatro conservadores del Estudio y Universidad de Salamanca al haber quedado vacante uno de ellos. Los conservadores del Estudio tenían funciones como administrar el presupuesto, fijar los precios de alquiler de las casas para estudiantes con la intención de evitar abusos, mediar en los conflictos entre los miembros del Estudio y otros grupos de la ciudad, y hacer respetar los privilegios universitarios. Eran nombrados por el rey y representaban su autoridad, según apunta el Archivo Histórico junto a los documentos de esta exposición, que proceden del archivo de la familia Luna Terrero.

Felipe II visitó a Juan Rodríguez de Figueroa en sus últimos días, el 23 de marzo de 1565 y conversaron largamente. El monarca dispuso que el entierro del salmantino fuese honrado con su Casa y Corte. Asistieron al mismo el Gran Duque de Alba, el Príncipe de Éboli, así como caballeros españoles, franceses, italianos, alemanes, húngaros, flamencos, sicilianos, corsos, holandeses, griegos, indios y africanos. Y fue enterrado en el claustro del convento de San Francisco de Ciudad Rodrigo.

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