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El primer bus fletado desde Salamanca recoge en Polonia a 50 desplazados

La mayoría son madres con hijos que llegarán mañana a España y se alojarán en casas de familiares y de amigos ucranianos en Alicante, Valencia, Asturias, Madrid y Salamanca

Miércoles, 9 de marzo 2022, 11:20

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Tras un largo viaje de 3.000 kilómetros, a la una del mediodía de este martes llegó a Varsovia (Polonia) el primer autobús fletado desde Salamanca para ayudar al pueblo ucraniano. Una iniciativa solidaria —financiada con donaciones anónimas, de entidades sociales y de diversas empresas, como CGB Informática—, que ha sido coordinada por la comunidad de ucranianos en Salamanca, que es quien se ha encargado de contactar con familias desplazadas que han conseguido huir de Ucrania y que querían venir hasta España a casas de familiares, amigos y conocidos.

Todo ello gracias también a la implicación altruista de la empresa salmantina Hermanos Martín, que ha puesto no sólo uno de sus autobuses para esta causa sino también dos conductores para turnarse al volante y recorrer los 6.000 kilómetros en apenas cinco días.

Este martes estuvo plagado de emociones. Melchor y Juan Manuel habían partido de Salamanca en su autobús —con el maletero cargado de alimentos y ropa de abrigo— el pasado domingo a las 18:30 horas. “Viendo lo que está ocurriendo en Ucrania no lo dudamos. Es empatía, porque te puede pasar a ti”, admitía Melchor Martín a este periódico, que agradecía el cariño recibido.

Tras los primeros 1.700 kilómetros y una parada para descansar nueve horas ininterrumpidas en Estrasburgo (frontera francesa con Alemania), los conductores salmantinos retomaron el viaje ya de noche, por carreteras de Alemania y Polonia para entrar a mediodía de ayer en la ciudad de Varsovia. Allí les esperaba Iván, de la comunidad de ucranianos en Salamanca, que había viajado hasta la capital polaca en avión para contactar y recoger a las 50 personas desplazadas que viajarían a España.

Mujeres jóvenes con tres y hasta cinco hijos, en su mayoría, pero también algún hombre de 65 años esperaban, pasadas las once de la noche en un aparcamiento para autobuses, su turno para iniciar el éxodo a España, con la angustia de dejar atrás sus vidas, su tierra y a familiares en una guerra y con la incertidumbre de no saber cuándo regresarán.

Tampoco lo han tenido fácil alcanzar Polonia. Iván explica que el transporte en Ucrania es complicado y lo hacen voluntarios que “arriesgan sus vidas”. “Hay controles del ejército ruso y va todo muy lento. Hay colas para salir en la frontera, aunque después ya no hay problema. Aunque no tengan pasaporte, con la tarjeta de identificación de Ucrania les dejan salir y Polonia se está volcando, con autobuses gratuitos y con voluntarios acogiendo en sus hogares a los refugiados. El país está desbordado porque en dos semanas han llegado un millón y medio de personas”, subraya Iván, que ayer se reencontró con su ahijado y varios allegados.

A última hora de la noche de este martes partieron desde Varsovia en el autobús salmantino, que este miércoles prevé hacer escala de nuevo en la zona de Alsacia (Francia) para que conductores y viajeros descansen en un hotel, antes de proseguir la ruta hacia Madrid, primero, y Salamanca después, donde se espera lleguen mañana jueves. Los refugiados ucranianos se repartirán en casas de acogida de amigos y familiares, la mayoría en la zona de Alicante y Valencia, pero también en Gijón y Oviedo, y otros en Madrid y Salamanca.

“Podrán estar unas semanas o dos o tres meses en casas de familiares y amigos, pero es complicado convivir en pisos pequeños, donde además hay que pagar las facturas y la alimentación. Por eso, si la guerra se alarga, muchos necesitarán después un alojamiento de forma independiente, y también aprender el idioma y poder trabajar, porque no tienen ingresos”, reconoce Iván, de la comunidad ucraniana en Salamanca. Él reconoce las complicaciones e incógnitas en la acogida de refugiados: “Hay muchos ciudadanos que ofrecen su casa a nivel particular pero, ¿cuánto tiempo podrían acoger a familias ucranianas? ¿Y si la guerra se extiende uno o dos años? ¿Y quién pagará las facturas de luz y gas y le dará la comida durante todo ese tiempo si estas familias no tienen recursos? Es una situación que hay que organizar y que también tienen que gestionar las grandes ONG, que hasta que no reciban instrucciones gubernamentales, puede pasar uno o dos meses”, advierte Iván.

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