El personaje de leyenda que mereció un medallón en la Plaza Mayor
Frente al épico Roldán francés, España “construyó” al héroe que le dio muerte. Fue Bernardo del Carpio, quien, tal vez, expulsó de Salamanca a los musulmanes, pero historia y leyenda se confunden
Lunes, 7 de junio 2021, 20:24
Es el primero, y quizás más desconocido, de los conquistadores que desde el pabellón de San Martín “contemplan” desde la Plaza Mayor la evolución de Salamanca. Leyenda épica se mezcla con hechos históricos en las referencias al cada vez más olvidado Bernardo del Carpio, pero cuya fama en la Edad Media le hizo merecer en el siglo XVIII, casi mil años después de sus gestas, el primero de los puestos en la galería de héroes que adornan el más conocido monumento barroco de la capital del Tormes. Fue Alejandro Carnicero quien en 1733-34 tuvo que imaginarse cómo fue aquel caballero para poder esculpir su efigie.
Frente al épico Roldán francés cuyas grandezas se ensalzaron en uno de los primeros cantares de gesta, España “construyó” su propio héroe. De esta “batalla” entre territorios de gestas y grandes heroicidades con las que se infundía orgullo patrio a los pueblos, concluyó Miguel de Cervantes en “El Quijote” que, como el francés no podía ser herido con hierro, Bernardo “le levantó del suelo entre los brazos, y le ahogó, acordándose entonces de la muerte que dio Hércules a Anteón”. No solo habría acabado con él, sino derrotado a los Doce Pares de Francia. ¿Qué hay de cierto en todo ello? Ni los historiadores logran ponerse de acuerdo. Pero, cierto o falso, el personaje ha dejado su huella en Salamanca.
A pocos metros de su medallón, en la románica iglesia de San Martín, se conserva una inscripción en el intradós del arcosolio de un sepulcro. Parece que la tumba no se corresponde con la inscripción en la que se hace alusión a que en ese lugar se enterró a Pedro Bernardo del Carpio, “descendiente del legendario héroe del leonés del mismo nombre, mencionado en El Quijote”, y que habría fallecido en el año 1135. Tallado se encuentra también en este lugar un escudo heráldico con nueve torres vinculado con los castillos conquistados por Bernardo.
Carnicero esculpió la efigie del mítico caballero, quien había muerto casi diez siglos antes, para ubicarla en la Plaza
A menos de 25 kilómetros de la capital, se encuentra la localidad de Carpio-Bernardo. En la “Crónica general de España”, Alfonso X El Sabio narra que el caballero construyó allí un castillo. Si bien unos textos cuentan que desde él Bernardo del Carpio hostigaba al rey de Asturias para que liberase a su padre, la leyenda apunta a que el hidalgo arrebató esta fortaleza a los sarracenos. Nuevamente la falta de documentación histórica de la época, confunde realidad y mito. Lo único claro es que tanto el nombre como los restos de la construcción han sobrevivido al paso de los años.
Bernardo del Carpio se convirtió en el Siglo de Oro en el «arquetipo del héroe hispano». Representó el patriotismo y el liderazgo frente a los invasores capitaneados por Carlomagno. Encarnó así la figura de “caballero andante” en torno a la cual fueron surgiendo todo tipo de historias. Se le atribuye sangre real, aunque, si bien algunos textos lo mencionan como el hijo bastardo del Alfonso II El Casto, la teoría que más fuerza ha cobrado es que realmente era el hijo extramatrimonial de la infanta Jimena, la hermana del monarca, y el conde de Saldaña, Sancho Díaz. Narran los cantares que la madre se recluyó después en un convento y el padre fue encarcelado. Al pequeño Bernardo lo crió el rey como hijo suyo convirtiéndolo en un valiente caballero, que, cuando conoció el destino de sus padres, tuvo diferentes disputas con su tío.
A este héroe se le llega a atribuir un papel decisivo en la conquista de Zamora frente a los musulmanes e incluso se le vincula también con la de Salamanca. Como El Cid o Don Quijote, su espada también tiene nombre: Durandal. Es el de la mítica arma de Roldán, por lo que con ella a lo largo de la historia se trató de insistir en que el joven criado por Alfonso II derrotó al caballero francés y se hizo con su espada.
El nombre del Bernardo del Carpio salpica la literatura española de diferentes siglos, su efigie ha quedado inmortalizada en el patrimonio histórico y fue un modelo patriótico. Sus gestas, ciertas o inventadas, han dejado huella, también en Salamanca.