Los dos salmantinos que han aprobado la oposición de registrador de la propiedad en tan solo tres años
Daniel Ferrán y Esther Vicente, graduados en Derecho por la Universidad, han aprobado recientemente las oposiciones de registrador de la propiedad, obteniendo el segundo y el tercer puesto a nivel nacional
Constancia, esfuerzo, trabajo duro, bastantes sacrificios y muchas horas de trabajo bajo el flexo. Esta es la realidad que han vivido durante años Daniel Ferrán y Esther Vicente, dos salmantinos graduados recientemente en Derecho por la Universidad de Salamanca que han conseguido, tan solo tres años después, aprobar las oposiciones de registrador de la propiedad. Además, no lo han logrado con cualquier calificación, han obtenido el segundo y tercer puesto a nivel nacional convirtiéndose posiblemente en los dos registradores más jóvenes de España. Cabe recordar que esta oposición está compuesta por más de trescientos temas, se realizan cuatro exámenes —dos orales y dos prácticos— y la media de tiempo para aprobarla oscila entre los 5 y 10 años.
Esther Vicente, de 25 años, terminó sus estudios en 2021. Confiesa que fue en cuarto de carrera cuando descubrió su interés por el Derecho Privado. Ha dedicado los últimos tres años a preparar a fondo estas oposiciones. Daniel Ferrán, dos años mayor que ella, cursó el doble grado en Derecho y ADE también en la Universidad de Salamanca. No tenía antecedentes familiares en el mundo jurídico, ni una vocación clara por la oposición, pero a medida que avanzó en Derecho Privado, se sintió atraído por especialidades como Derecho Civil, Mercantil o Hipotecario, claves en esta oposición.
Ambos coinciden en que el mayor reto para cualquier opositor es gestionar la incertidumbre: no saber el tiempo que se tardarán en aprobar y la renuncia a planificar un futuro a largo plazo. «Esto es una inversión. Igual que un emprendedor necesita una entrada para poner en marcha el negocio, el opositor también necesita estar muy decidido y desde el primer momento tener confianza en uno mismo. No puedes marcarte una fecha límite para sacarlo, pero hay que ir cumpliendo pequeños objetivos que te motiven », explica Ferrán. Vicente añade que la oposición es «una carrera de fondo».
Su día a día como opositores se asemeja a una jornada laboral extensa: entre diez y doce horas de estudio, con pequeñas variaciones en función del ritmo personal. Esther Vicente se organizaba por objetivos semanales y descansaba si lograba cumplirlos antes. Daniel Ferrán tenía una rutina fija, ya que estudiaba de lunes a viernes y el domingo, dejando el sábado libre. Ambos siguieron el llamado «sistema de vueltas», que consiste en repasar el temario en ciclos sucesivos hasta dominarlo por completo. Cada semana exponían varios temas ante su preparador, un ejercicio conocido como «el cante», que funciona como una simulación del examen oral.
«La clave es no pensar en lo que pasará dentro de cinco años, sino en cumplir lo que te has propuesto esa semana», dice Vicente. Para ellos, lo más importante es mantener la motivación, medir la productividad real —más allá del número de horas— y adaptar la rutina para evitar la frustración. Ferrán destaca también la importancia de no asustar a aquellas personas que se plantean opositar. «No hay que obsesionarse con estudiar doce o catorce horas, porque también es muy importante el descanso. Si cumples con ocho y estás avanzando, está bien. Pero si puedes dar un poco más, mejor». Ambos coinciden en que no se necesita un entorno familiar vinculado a este mundo para lograrlo y que lo esencial es la constancia, la confianza y una buena organización.
La conciliación familiar, un proyecto de futuro estable y conseguir un trabajo «para toda la vida» son los grandes incentivos que persiguen los salmantinos con esta oposición. «Es increíble, porque la mayor parte de la promoción eran mujeres. Se ve que es un factor súper importante en la elección de esta oposición», aseguró Vicente.
A mayores de este gran logro que han conseguido estos dos jóvenes charros, han llevado vidas prácticamente paralelas que les ha permitido coincidir y acompañarse en el camino. Los dos han nacido y estudiado en la ciudad, han sacado su título en el Conservatorio Profesional, han coincidido durante la carrera en la Universidad y también en la academia de oposiciones. Incluso «han cantado» temas juntos en Alba de Tormes. «Es un orgullo para nosotros sentirnos tan vinculados a la ciudad. Nuestro logro lo queremos compartir también con nuestra Universidad y nuestros profesores, no es fácil que dos alumnos como nosotros, con solo tres años de preparación, hayamos sacado una calificación tan alta», explica Ferrán.
La joven, por su parte, asegura que este escalafón es una gran recompensa a tantas horas de esfuerzo. «Cuando apruebas la oposición tampoco piensas en ti mismo. Piensas en tu familia, en tu pareja, en los preparadores y en esos amigos que han estado ahí y te han comprendido. En todos los que te han acompañado en el camino», reconoce.
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