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Un grupo de alumnos extranjeros posa con sus profesores bajo la bendición de Fray Luis de León en el verano de 1971. GREDOS / FOTO CANDY
'MEMORIAS EN BLANCO Y NEGRO'

Cursos estivales de cultura y de vida

Lázaro Carreter no estaba muy por la labor, pero desde 1964 la Universidad de Salamanca es foco de atracción para miles de estudiantes de todo el mundo interesados en la lengua y la cultura españolas

Roberto Zamarbide

Salamanca

Domingo, 3 de agosto 2025, 07:00

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Don Mauro Rubio Repullés acababa de ser nombrado nuevo obispo de Salamanca cuando el lunes 13 de julio de 1964 daban comienzo los primeros Cursos de Verano de la Universidad, impulsados por el profesor Real de la Riva. Al César lo que es del César, pero lo cierto es que hubo un antecedente: la creación en 1929, bajo el mandato del rector Enrique Esperabé de Arteaga, de la Cátedra de Lengua Española para extranjeros, en la que se inscribieron ocho alumnos, cuatro ingleses, dos franceses, un alemán y un estadounidense, y pagaron de matrícula 30 pesetas.

Esta puerta de acceso a la lengua y cultura españolas se mantendría durante los años treinta hasta desaparecer en la década siguiente por la precariedad de recursos en la Salamanca de la posguerra. No fue hasta inicios de los 60 cuando una Junta de Facultad de Filosofía invitó al rector, Alfonso Balcells, a estudiar una propuesta de la Cámara de Comercio, que deseaba atraer a la ciudad a extranjeros que revitalizaran el comercio estival. Viendo el ejemplo de otras ciudades del entorno que ya ofrecían cursos de verano pese a tener menos pedigrí académico, la Cámara aportaría a la Universidad 50.000 pesetas.

La inmersión en la cultura española también incluía actos sociales, como este evento, donde docentes y alumnos dejaban a un lado la rigidez académica y la posterior juerga, en la que los más animados se atrevieron a faltarle al respeto al «toro de la puente». Era el año 1967. GREDOS / FOTO CANDY

Hubo debate. El decano no lo veía claro por falta de personal. Le secundó en la negativa una voz ilustre, el profesor Lázaro Carreter, para quien «la ciudad no presentaba los atractivos deseables» para esa actividad y la ausencia en los meses de vacaciones de los principales catedráticos, como él mismo , no permitía ofrecer una formación de garantías a la altura de la institución. El respaldo entusiasta del catedrático y entonces vicerrector César Real de la Riva y del propio alcalde, Cruz Hernández, quien comprometía también apoyo económico, no doblegaron la voluntad del rector quien aparcó el asunto creando una comisión para estudiar el tema.

El primer grupo de alumnos de los Cursos, ante la Universidad, en julio de 1964. LA GACETA

Los recelos se vencerían en 1964 y los Cursos de Verano se hicieron realidad. Se pusieron en marcha en dos turnos, del 12 de julio al 8 de agosto y del 9 de agosto al 5 de septiembre. Entre las enseñanzas que se impartían figuraban en primer lugar la lengua española, con intensas clases prácticas y número reducido de alumnos, tanto en grado elemental como superior. También se impartía Literatura Española, Historia Española, Arte Español, Geografía de España y Folclore Español, área en la que se introducía a los estudiantes foráneos en materias tan arraigadas como el flamenco, los toros y los cantos y bailes populares.

En el primer turno se inscribieron más de 50 alumnos, la mayoría de ellos, franceses. El resto eran ingleses, belgas, italianos y suecos. El segundo turno ya superaría los cien alumnos, una cifra notable que demostraba la excesiva premura con la que se habían publicitado los cursos de Salamanca en las universidades extranjeras.

Los estudiantes disfrutaban de la fiesta salmantina. En la foto, una capea en 1967. GREDOS / FOTO CANDY

La inmersión de los estudiantes extranjeros en la cultura española podría calificarse de intensa. Sirva como ejemplo el programa de la tercera semana de este primer turno. Cada mañana de lunes a jueves y a las 11, el profesor Julián Alvarez Villar les impartía charlas sobre los temas «La Península Ibérica, cruce de culturas», «Germanismo e islamismo», «España y América» y «España Europa». El viernes, el profesor Alfredo de los Cobos les hablaba de «Imaginación e Ironía en el Quijote. Antes, desde las 9,30, la jornada se iniciaba con la clase de lengua española a cargo de Berta Pallarés y Maria Paz Battaner, hoy académica de la RAE. La profesora Pallarés daría martes y miércoles, junto a Real de la Riva, sendas conversaciones sobre los temas «Panorama cultural de España» y «España y lo español. El viernes, a las 17 h., el grupo desafiaba al calor estival con una visita a los monumentos platerescos. Y en la semana siguiente cayeron San Juan de la Cruz, Calderón, Unamuno, la generación del 98 y la poesía moderna.

Corría el año 1971 y el profesor Real de la Riva se dirigía a los estudiantes de los Cursos en el Patio de Escuelas Menores de la Universidad. GREDOS / FOTO CANDY

Pero los fines de semana no había descanso. El sábado tocaba esa semana una ponencia con ilustraciones sobre Goya y su obra mientras que el domingo los jóvenes madrugaban para salir de excursión, ya fuera a Avila, valle de los Caídos y El Escorial o a admirar el tipismo de los pueblos de la Sierra. En una de las salidas, con las temperaturas estivales disparadas, el grupo llegó derrengado y sudoroso a Miranda del Castañar;tanto que, al verlos, los vecinos de la villa serrana salieron a acoger a los estudiantes extranjeros ofreciéndoles un refrigerio.

El éxito imparable

La cifra de estudiantes de la primera edición se cuadruplicó al año siguiente. En verano de 1967 ya rondaba el millar y en 1971 el número de participantes ya rondaba los dos mil. Las mujeres eran mayoría en esta primera década y, por su origen, casi la mitad eran estadounidenses. Las instituciones se implicaron organizando recepciones a los invitados, fiestas y bailes de sociedad en el Casino. Salamanca vivía en verano para los estudiantes extranjeros.

Gestos alegres y desenfadados de las y los estudiantes, con la copa en la mano, durante un convite celebrado en 1967 en el Patio de Escuelas Menores. GREDOS / FOTO CANDY

En la segunda mitad de los 60 y en los años 70, los Cursos fueron un soplo de cosmopolitismo para la provinciana Salamanca. Nuevas lenguas, nuevas costumbres que revolucionaban las calles y los lugares de ocio. Desde los años 80 las actividades hasta entonces limitadas a la época estival se extendieron a todo el año, ya bajo la nueva estructura de Cursos Internacionales, que no ha dejado de crecer desde entonces. En 2018, el año del VIII Centenario, llegaron en verano 1.727 alumnos de 66 nacionalidades. Fue solo una cuarta parte de los estudiantes foráneos que llegaron en todo el año.

La presencia de estudiantes extranjeras activó a la tuna. Las rondas veraniegas vivieron una época de oro. GREDOS / FOTO CANDY

La presencia de alumnos foráneos en Salamanca, seducidos por la oferta formativa, tuvo y ha tenido desde entonces un efecto positivo en la institución académica, desde la proyección internacional y el intercambio de experiencias formativas a la atracción de estudiantes de todo el mundo. La ciudad también ha salido beneficiada desde entonces, con el impulso al comercio, al turismo y a la hostelería. Justamente ese era el plan de César Real de la Riva en sus conversaciones con el rector Balcells.

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