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Cristhian Solano
Lunes, 19 de agosto 2024, 12:47
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En un mundo marcado por el avance tecnológico, hay un arte tradicional que parece haber encontrado un espacio para florecer: el crochet. Lo que en otras épocas fue considerado un pasatiempo costumbrista, hoy se reinventa como una expresión creativa para personas de todas las edades. Desde redes sociales hasta pasarelas de moda, el crochet se ha convertido en toda una tendencia que combina tradición y modernidad.
Miryam Muñoz es una joven salmantina que comenzó a elaborar amigurumis de crochet por afición hace cinco años, y ahora recibe pedidos por encargo para poder ganarse unos ahorros. Su curiosidad por los amigurumis surgió de un regalo especial que le hizo su mejor amigo, «me regaló un muñequito de un aguacate hecho a crochet. Me llamó un montón la atención y empecé a mirar cositas».
Miryam aprendió de manera autodidacta «viendo tutoriales de YouTube y buscando los patrones en redes sociales». El crochet le vino muy bien para reducir sus niveles de ansiedad, puesto que es una de las técnicas más recomendadas por los psicólogos para ello, aunque a veces también genera pequeñas frustraciones. «Tiene sus puntos buenos y sus puntos malos. Cuando una pieza te está saliendo todo como tú quieres es una fantasía, pero cuando no es así te apetece tirarte de los pelos», comenta con cierto humor Muñoz.
Muchas personas recurren a ella por encargos especiales, dado que los muñecos de crochet pueden llegar a ser un regalo único y personal, que encierran historias y momentos personalizados a cada individuo. «Algunos de los detalles más bonitos que me han llegado encargar han sido sobre todo para los aniversarios, como unas rosas», confiesa emocionada. «El que más me gustó fue un muñequito de un corazón que se le enganchaban las manitas al corazón que era su pareja con un imán. ¡Quedaban muy bonitos dándose la mano!» añade la salmantina.
Comenta que se han llegado a poner en contacto desde Estados Unidos para encargarle uno de sus muñecos. Además, uno de sus encargos fue realizado a contrarreloj: «Tuve un pedido de una chica que iba a ser el cumpleaños de su novio y le había fallado el regalo principal. Me habló con el tiempo muy justo y lo que a lo mejor tenía que haber tejido en dos semanas, lo tuve que hacer en dos noches. Llegaba del trabajo y me puse a tejer hasta las siete de la mañana, porque no había margen para más».
El crochet está más vivo que nunca y la comunidad que ha crecido en torno a él es muy diversa. El Barrio del Oeste está muy familiarizado con esta técnica desde 2012, cuando nació ZOES, una propuesta de Urban Knitting a quien se bautizó como '¡Quedamos y Punto!'. Los vecinos del barrio se reúnen cada viernes a partir de las 18:00 de la tarde, hasta las 20:00 horas, tal y como nos ha afirmado Inma Cid, su presidenta.
Inma cuenta que «es un grupo abierto de personas que quieren compartir un espacio en el que tejer es el protagonista». Han llegado a tejer aparca bicis, bolardos, árboles e incluso una escalera. «Algo que sobresale mucho fue un belén que se realizó en navidades de 2022, tejido a ganchillo. Estas últimas navidades se ampliaron las figuras y demás».
En septiembre realizarán una convocatoria abierta «para quienes estén interesados y quieran compartir» que se llamará 'El oeste teje' y que coincidirá con las fechas del September Fest.
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