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Ángel Benito
Salamanca
Miércoles, 10 de enero 2024, 11:50
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Las Siervas de San Josécumplen hoy 150 años desde que un grupo de mujeres lideradas por la Madre Bonifacia Rodríguez junto al sacerdote jesuita Francisco Butiña. «Todas procedían de la clase trabajadora artesanal y pretendían vivir juntas en comunidad la experiencia de Jesús trabajador en el Taller de Nazaret, en medio de un taller de artesanía», explica Adela de Cáceres, religiosa de la congregación y una de las mejores conocedoras de la vida de Santa Bonifacia.
Inicia en sus talleres una apuesta contra el desempleo femenino frente a la precariedad laboral que afectaba a muchas mujeres salmantinas del siglo XIX. En 1881 se instalaron en la Casa de Santa Teresa las Siervas de San José.
Su fundadora, la Madre Bonifacia, ofreció en sus habitaciones formación y trabajo a las mujeres con pocos recursos, creando en el inmueble un taller de costura, cordelería y ornamentos sagrados, que sirvió además para enseñar a leer y escribir a muchas salmantinas. La Madre Bonifacia se encargó también de adecentar el patio interior de la casa. «Las Siervas de San José han transitado un siglo y medio de servicio a la Iglesia enseñando, educando y promocionando a los necesitados, en medio de oscuridades, dificultades y también errores», recuerda De Cáceres.
Y es que la labor de Bonifacia Rodríguez resultó demasiado reivindicativa para la Salamanca del siglo XIX que no entendía el principio con el que se habían fundado las Siervas de San José y cargó contra la fundadora siendo destituida y sufriendo un destierro a Zamora, ignorada incluso por su propia comunidad. Fue en la capital zamorana donde continuó su obra con la fundación de varios talleres a favor de niñas y jóvenes en situación de pobreza. Nunca volvería a Salamanca en vida hasta que lo hicieron sus restos. Sin embargo, su legado fue mucho más allá de su vida. 150 años después de aquel confesionario las Siervas de San José están presentes en Cuba, Argentina, Portugal, Filipinas, Colombia, Chile o el Congo. Por supuesto, en Salamanca donde mantienen un colegio, la Casa de Santa Teresa y el taller de Buenos Aires.
El papa Benedicto XVI elevó a los altares un 23 de octubre de 2011 a Santa Bonifacia como la primera mujer salmantina santificada. Fue posible gracias al milagro sobre Kasongo Bavon, un joven congoleño que sufrió una peritonitis aguda que le tuvo rozando la muerte, hasta el punto de que sus familiares ya pensaban cómo trasladar el cadáver. La intercesión de la entonces beata Bonifacia le salvó la vida.
Ocho años antes había sido Juan Pablo II el quela había proclamado como beata. En ambos casos destacando su aportación a la mujer trabajadora, de la que se han realizado incluso peticiones de firmas para que sea la patrona.
«Nos disponemos a continuar «Tejiendo Nazaret» en Salamanca donde todo comenzó, y en todos los sitios donde exista una comunidad-taller de las Siervas de San José», detalla Cáceres que avanza que durante los próximos meses habrá un importante calendario de actos con Salamanca como protagonista.
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