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Lucía Galindo
Sábado, 31 de agosto 2024, 18:32
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Ángel González Hernández, natural de El Cabaco, ha querido conmemorar su 100 cumpleaños junto a sus seres queridos en una acogedora comida familiar.
Ángel fue el mayor de siete hermanos, su madre lo crió sola hasta que se casó y formó una familia. Desde joven aprendió el oficio de su padre: «No quería que llevara la vida que llevó él, así que me animó a aprender la forja del hierro», explica.
Sus años de juventud los pasó trabajando en dos fincas importantes de la zona, Rodasviejas e Íñigo, donde pasaba la mayor parte del tiempo. En una fiesta de pueblo conoció a Ángela, quien más tarde acabaría convirtiéndose en su esposa. «Por aquel entonces yo tenía novia, esta le hizo una mala broma y unos días después, salimos a comer a un restaurante y al ver a Ángela entrar decidí disculparme. Mi novia me dijo que si me iba con ella no volviera, me levanté y fui a disculparme. Más tarde, se convirtió en la madre de mis hijos», recuerda con cariño.
Tras años de trabajo duro en la forja del hierro, a sus 24 años Ángel decidió dar un paso más y presentarse a unas oposiciones para convertirse en guarda jurado. Este nuevo trabajo lo trasladó a Villardeciervos, un pueblo fronterizo con Portugal, donde estuvo durante ocho años. Más tarde fue desplazado a Bocacara, un anejo de Ciudad Rodrigo, donde trabajó otros ocho años más.
Durante su tiempo en Bocacara, se encargó de talar un monte para construir el edificio número dos de Fray Luis de Granada. «Yo iba a buscar el dinero los sábados para pagar a los obreros, y ese edificio lo hicimos con el monte de la finca El Mejorito», explica. Después de esto, se trasladó a Salamanca para ejercer como conserje en el mismo edificio. «Las religiosas franciscanas de la Divina Pastora, que ocupaban una planta del edificio donde trabajaba, me invitaron a unirme al colegio Ana Mogas y allí me quedé», cuenta.
Ángel y Ángela tuvieron siete hijos: seis hijas y un hijo que a día de hoy se encuentran repartidos por toda España. Además, Ángel es abuelo de seis nietos y nueve biznietos.
A sus 100 años, sigue asistiendo todos los días a un centro de día de Cruz Roja en Valdelagua: «voy de 10 de la mañana a seis de la tarde. Allí desayuno, como y me entretengo».
Ángel ha escrito un libro de memorias titulado 'Vivencias de una vida', escrito tras la muerte de su esposa, un proyecto que sus hijas impulsaron para homenajearlo.
Por otra parte, siempre fue un gran aficionado de la Unión Deportiva Salamanca y agradece a La Gaceta y en especial al periodista Pedro García Casado por una experiencia «inolvidable».
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