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Guillermo Castello, dependiente de Deportes Manolo desde hace 23 años. FOTOS: E. M. Y VÍDEO: MANUELA MATEOS

Adiós a más de dos décadas pedaleando en Garrido: «No había tiendas así y era otra época, pero llevamos años difíciles...»

Con el cierre de este negocio mítico, ubicado en la calle Begonias, se apaga una de las tiendas más emblemáticas del barrio, dejando atrás historias sobre ruedas

Elena Martín

Salamanca

Domingo, 27 de abril 2025, 14:48

En la calle Begonias, en pleno barrio de Garrido, el aire huele diferente estos días. No es solo el final de abril lo que trae una sensación de cambio. Es el silencio que empieza a colarse entre las paredes de Deportes Manolo, una tienda que, durante más de dos décadas, ha sido mucho más que un comercio de bicicletas. Ha sido taller, punto de encuentro, lugar de primeras veces y también de últimas rutas compartidas. El próximo 1 de mayo, cerrará sus puertas para siempre.

«Hoy escribimos estas líneas con el alma encogida y el corazón rebosante de emociones. Después de mucho reflexionar, hemos tomado una decisión que nunca imaginamos tener que tomar», han escrito los responsables del establecimiento en un correo que ha difundido entre clientes y vecinos. Y es que su trapa se bajará de forma irreversible, tras 23 años de actividad intensa, de pedaladas compartidas, de rutas de sábado al amanecer y de niños que salieron por primera vez sobre dos ruedas.

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De Palencia a Salamanca: una expansión con alma

La historia de Deportes Manolo comienza mucho antes de que el local de Garrido abriera sus puertas. Nació en 1984, en Palencia, de la mano de Manuel Romero, un ciclista semiprofesional con el sueño de hacer del ciclismo algo más que una pasión. En 2002, ese sueño se expandió a Salamanca y, en 2006, a Valladolid.

«Abrimos aquí cuando Manuel ya tenía su tienda en Palencia. Yo empecé desde el principio. Me tocó dar a conocer el proyecto. Salamanca era un reto, pero también una ilusión enorme», recuerda Guillermo Castello, encargado de la tienda salmantina y voz visible del cierre.

Y es que, por aquel entonces, el panorama comercial era muy distinto. «Cuando abrimos, no había tiendas así... Era otra época. La gente compraba de otra forma, nos buscaba, venía a hablar, a preguntar, a compartir...», rememora con un brillo especial en los ojos.

«Cada rincón guarda una historia»

Deportes Manolo no ha sido solo una tienda. Ha sido, como muchos dicen, una comunidad en torno a las bicicletas. Las historias que han nacido en este pequeño local del barrio Garrido no se pueden medir en euros. Ni siquiera en kilómetros recorridos. Cada rincón de esta tienda guarda una historia, una risa, un consejo, una amistad que nació entre cadenas, ruedas, sudor y pasión.

En ella, Guillermo ha podido ser testigo de cómo algunos niños se llevaban su primera bici con los ojos brillando, de cómo ciclistas que preparaban retos importantes lo hacían con el asesoramiento de su equipo y de cómo la gente simplemente entraba a saludar porque sentía que aquel lugar era suyo. Y es que, durante años, no solo han reparado bicis, sino que han cuidado a las personas. Se han organizado salidas conjuntas, se ha apoyado a escuelas de ciclismo locales, se ha creado una red invisible de afectos... «Lo que más nos ha definido siempre ha sido el trato cercano. Los clientes no eran solo eso. Muchos nos preguntan hoy que a dónde nos vamos a ir y eso te toca«, comenta.

Cambios tras la pandemia que han terminado con la despedida

Los últimos años han sido complicados. La pandemia trajo un inesperado boom del ciclismo, pero, con ella, también llegaron transformaciones estructurales en el mercado. «Internet lo ha cambiado todo. Hay más competencia, más talleres y la forma de comprar ha cambiado. La gente busca precios, compara online y ya no es lo mismo», explica Guillermo.

A esta evolución del mercado, se ha sumado una lógica necesidad de reorganizar los recursos del grupo, que cuenta con tres tiendas (Palencia, Salamanca y Valladolid). La decisión de cerrar Salamanca responde a una cuestión logística y económica.

«Después del boom, ahora vivimos una pequeña crisis. Llevamos un par de años difíciles y ha sido necesario concentrar esfuerzos. Nos duele mucho, pero creemos que es lo mejor», añade.

«Nos vamos con el alma llena»

Por el momento, el cierre de Deportes Manolo está siendo paulatino. Parte del inventario se trasladará a las otras tiendas del grupo y el resto se liquidará con descuentos. El local, por ahora, no será traspasado ni vendido. Su destino aún está por decidir. «Lo que sí sabemos es que nos vamos con el alma llena. Esto ha sido nuestra vida y, aunque cerremos físicamente, lo que hemos construido aquí quedará para siempre«, afirma Guillermo visiblemente emocionado, añadiendo que su camino »no termina aquí«: «Tengo ofertas para seguir trabajando en el sector, incluso con equipos profesionales, como mecánico. Es lo que he hecho toda mi vida y voy a seguir, de una forma u otra».

Pero, detrás del mostrador de Deportes Manolo, no solo ha habido herramientas, engranajes y repuestos. La vida de Guillermo también se ha basado en alguna que otra jornada interminable y en horas y horas 'a pico y pala' en el taller. Y es que el ciclismo es un mundo apasionante, pero también exigente y, quienes se dedican a él, desde dentro lo saben bien. «Esto requiere mucho trabajo y mucho esfuerzo. Es un sector bonito, pero ahora mismo es complicado. Lo importante es tener pasión y cercanía. Si conectas con la gente, lo demás viene solo«, recalca.

Un legado sobre ruedas

Después de más de dos décadas, quizás lo más valioso que deja Deportes Manolo no se pueda tocar. No son las bicicletas vendidas. Tampoco lo son los ajustes perfectos. Es ese espíritu de comunidad, de entrega y de amor por el ciclismo que ahora queda repartido por toda la ciudad. «Más que clientes, fuisteis y seréis siempre parte de nuestra historia en Salamanca», dice Guillermo en su 'carta' de despedida. Quizás algún día, en otra ciudad o en alguna carretera solitaria, muchos de los que han traspasado su puerta se vuelvan a encontrar por el camino, sobre dos ruedas y compartiendo el viento en la cara y la misma pasión.

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