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Ciudad Rodrigo
Viernes, 18 de abril 2025, 06:30
«Un auténtico reto». Así define el artista y restaurador salmantino Miguel García el encargo que recibió hace dos años por parte de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio de Ciudad Rodrigo: crear una Sábana Santa para procesionar en la Semana Santa de la localidad.
¿Cómo surge esta propuesta?
—Pues todo nace en la Semana Santa de 2023 en Zamora. En una procesión se encuentran Miguel Ángel González, prior de los Carmelitas Descalzos de Alba de Tormes y Salamanca, y Luis Alberto García, presidente de la cofradía. Este le pregunta si conoce a algún artista capaz de hacer una réplica de la Sábana Santa de Turín, y el padre Miguel Ángel le responde que yo, con quien ha colaborado en varias ocasiones con los Carmelitas y en quien tiene mucha fe y confianza.
¿Qué le pasa por la cabeza cuando recibe la propuesta?
—A mí me apasionan mucho los retos. Más allá de la rutina de la restauración artística o la creación, estas propuestas me enriquecen porque suponen algo nuevo y me hacen crecer. Requieren investigar, buscar fuentes… y tienen una idea de aventura, en cierta manera, que me atrae mucho.
¿Qué pasos siguió para crear esta sábana?
—Primero hice una investigación general sobre la que está en Turín. Tenía referencias de artistas que han trabajado sobre el cuerpo de Cristo, como Miguel Elías, o de la exposición que estuvo en la catedral, Mystery Men, que ofrece una idea de cómo era el cuerpo según la información obtenida de la Sábana Santa. En ese camino, Miguel Ángel me ofreció una tela de hilo, hecha de forma manual, de unos 100 años de antigüedad: la mortaja de un familiar suyo. La readapté a las dimensiones de la original. Por parte de los cofrades, me pidieron que la imagen del rostro de Cristo fuera lo más similar posible a su imagen titular, que está en la iglesia de San Pedro de Ciudad Rodrigo.
¿Cómo plasmó ese rostro y silueta en la sábana?
—Hice varias pruebas de materiales en una tela similar y llegué a la conclusión de utilizar algo inocuo y que tuviera perdurabilidad en el tiempo. Buscaba no usar una técnica de pintura, sino seguir el concepto de cómo la original absorbió la parte acuosa del cuerpo. Decidí utilizar café en distintas concentraciones.
¿Café? Puede resultar sorprendente el uso de esta bebida.
—Es habitual en ciertas restauraciones. Además, mi esposa es colombiana y el café tiene un valor especial. Por ello, decidí usar café colombiano, que es muy líquido; café de España, que es un poco más denso; y un café italiano, que se obtiene con una mayor concentración. De esta manera, obtengo una gama de colores en tres tonos ocres con los que, usando un pincel especial para acuarelas, realizo el trazo sobre la tela. Todo ello con una dificultad especial: no puedo rectificar, ya que es una técnica que no permite errores.
¿Qué le han comentado los cofrades una vez que han visto el resultado final?
—Pues en todo momento me han transmitido que ha sido un reto incluso para ellos. Cuando comentaron al Obispado la idea, hubo cierta reticencia a esperar el resultado final. Sin embargo, una vez presentada, todos me han dicho que les ha gustado el trabajo, que no tiene nada que envidiar a la original de Turín y que estaban seguros de que iba a convertirse en un objeto de devoción en Ciudad Rodrigo. Además, me han invitado a estar el sábado en la procesión, y estoy muy satisfecho por la buena acogida y la valoración del trabajo.
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