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Las monjas de El Zarzoso venden dulces artesanales en el monasterio. CASAMAR

Las monjas aisladas de Salamanca que venden dulces para sobrevivir a la pandemia

La parroquia de San Andrés, en Miróbriga, hace de intermediaria para la venta de los productos elaborados en el monasterio de El Zarzoso

Miércoles, 6 de enero 2021, 18:32

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Precisamente en unas navidades tan críticas, y tras un año de fluctuaciones en la economía y salud de los vecinos, la parroquia de San Andrés encabeza desde Ciudad Rodrigo la recogida de alimentos y las ayudas con más fuerza que nunca. “La pandemia está despertando la solidaridad de la gente”, afirma el párroco Tomás Muñoz, quien además de impulsar el banco de alimentos, que por el momento marcha mejor que otros años, vende los dulces típicos que elaboran las monjas de El Zarzoso, en El Cabaco, dadas sus dificultades económicas por la cancelación de ferias y el periodo de confinamiento.

El año pasado la parroquia se puso a disposición de las Carmelitas, como explica Tomás Muñoz, así que este año se decidió que la ayuda fuera a las monjas de El Zarzoso. “Están aisladas, no viven cerca de ningún pueblo, y este año con las restricciones prácticamente no ha ido nadie a comprar. Están pasándolo económicamente muy mal”.

La tarea de la parroquia es simple: recogen alimentos no perecederos y conservas, así como artículos de higiene personal. “Ellas están en El Zarzoso preparando dulces, así que vamos, los recogemos, y los traemos. Sobre todo en los fines de semana, al acabar la misa, la gente se acerca y se lleva cosas”. Las monjas preparan obleas, barquillos, tartas, magdalenas, dulces de San Francisco, rosquillas, y otros dulces típicos que triunfan en estas fechas.

Desde el monasterio, la madre superiora, Soledad Nieto, insiste en su gratitud a la parroquia, aunque reconoce que subsistir no está siendo fácil: “Lo vamos sobrellevando mejor que otras personas que han perdido sus trabajos completamente y no tienen lo necesario”.

En estos días las monjas continúan de forma paralela con la venta desde el convento cumpliendo escrupulosamente con las medidas para prevenir contagios, “para protegernos a nosotras y también a quienes acuden aquí”.

La ayuda desde la parroquia mirobrigense continuará en 2021, esta vez dirigida a las monjas de San Felices de los Gallegos.

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