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Samuel Rabanal Sánchez y Miriam Morales Macias en una calle de Cantalapiedra, con la torre del Deán al fondo. J.H.
La pareja que dejó Barcelona por Cantalapiedra: “Hemos encontrado la estabilidad y tranquilidad que buscábamos”

La pareja que dejó Barcelona por Cantalapiedra: “Hemos encontrado la estabilidad y tranquilidad que buscábamos”

Miriam Morales y Samuel Rabanal se conocieron en Girona. Tras convivir varios años en Barcelona, cansados de la ciudad, decidieron probar suerte en Cantalapiedra

Lunes, 23 de enero 2023, 17:43

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Miriam Morales Macías y Samuel Rabanal Sánchez forman una de las parejas más jóvenes de Cantalapiedra, localidad en la que han encontrado el ambiente deseado para continuar su vida. Miriam pasó su infancia en la villa, hasta sus 18 años, en que decidió salir para buscar su independencia. Su primer destino fue Playa de Aro, en Girona, donde trabajó durante dos años en los hoteles. Allí conoció a Samuel. Después, ambos vivieron en Barcelona, la ciudad de Samuel, durante casi una década, antes de elegir Cantalapiedra. Miriam aprovechó su tiempo en la ciudad para formarse en el sector de la peluquería y la estética y trabajar durante ocho años en una conocida peluquería.

¿Qué diferencia notaron entre vivir en Cantalapiedra o Barcelona?

—Sobre todo se nota económicamente, porque en Barcelona trabajas para malvivir. Si cobras mil euros, casi todo el sueldo se te va en el alquiler y los gastos de la casa.

¿Por qué decidieron vivir en Cantalapiedra?

—Principalmente por él, yo me lo traje un verano y se enamoró del pueblo y se quería quedar.

¿Qué hacían en Barcelona?

—Samuel era pescadero y yo trabajaba en una peluquería.

¿A qué se dedican ahora?

—Yo trabajo en un bar y él en una granja porcina, antes estuvo en la construcción y ambos hemos trabajado en las patatas.

¿Cómo fue la adaptación al pueblo?

—Al principio, yo no tenía trabajo y lo pasé muy mal, me sentía como la ama de casa y eso no me gustaba. Samuel bien porque era lo que buscaba, aunque el primer mes tuvo que aprender lo que es vivir en el pueblo.

¿Miriam, antes de tomar la decisión de volver, se veía de nuevo en el pueblo?

—Yo no quería, al principio decía a Samuel que se lo pensase bien, porque es un pueblo pequeño y no hay trabajo. Tampoco teníamos carnet de coche. Teníamos un trabajo fijo y era dejar el todo, a lo mejor, por el nada. Era dar un salto de vida con la incógnita de a ver lo qué nos vamos a encontrar cuando lleguemos allí. Al final no salió tan mal.

¿Cuáles son las ventajas y los inconvenientes de estar aquí?

—El que quiere trabajar encuentra trabajo, las ventajas son que las cosas son más baratas, la calidad de vida es mejor, vives tranquilo. En Barcelona te despiertas ya nervioso.

¿Qué echan de menos de la ciudad?

—La facilidad de ir de compras, tener movilidad. Hay trenes, buses y el metro, cada diez minutos. Tener ambiente y tiendas, el bullicio de la gente, el gastar. Aquí no gastamos, mejor, ahorramos.

¿Qué razones darían a otras personas para elegir el pueblo para vivir?

—Sobre todo por el tema económico y por la calidad de vida.

¿Volverán a la ciudad?

—No, porque aquí hemos encontrado la estabilidad y tranquilidad que necesitábamos.

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