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De Castillejo de Martín Viejo a Madrid, y de Madrid a Londres. Después de años de búsqueda y ambición por promocionar la carne morucha, Ana García regresó a la finca que la vio dar sus primeros pasos, más sabia y con espíritu emprendedor, para seguir los pasos de su padre e ir más allá.
¿Cuál es el vínculo con Castillejo de Martín Viejo?
—Me crié en Malperal, en el término municipal de Castillejo. La finca viene de mis abuelos. Ellos provenían de Bañobárez. He crecido en la finca más que en el pueblo, he crecido entre toros. Llevo casi ocho años viviendo aquí, pero siendo joven me marché a Madrid, siempre he estado metida en el mundo del comercio, pero también he hecho exposiciones de pintura al óleo en la Casa de la Cultura y el Palacio de Montarco, en el Palacio de los Águila... En Ciudad Rodrigo me conocían por eso.
Dejó atrás las raíces para buscar un bien mayor en la finca...
—Cuando me marché fuera distinguía las carnes por el sabor, y para mí como la morucha no había ninguna. Me marché para formarme. Mi padre me decía que no hacía falta irse tan lejos, pero yo consideraba que era necesario estudiar el comercio exterior, marketing... En Madrid estuve quince años. Vine a la finca por temporadas, pero por circunstancias siempre volvía a Madrid para seguir perfeccionando el aspecto del comercio, para el cerdo ibérico. Mis vacaciones las pasaba en la finca, eso si.
¿De dónde se siente?
—Son tan diferentes... El sentimiento de arraigo es con la finca. Allí he dado mis primeros pasos; me siento de Malperal, de la finca Malperal. Ahí están mis raíces. Siempre me he sentido muy bien acogida en todas partes; cuando voy a Madrid, por ejemplo. También es mi casa.
¿Y cómo dio el salto a mudarse a Londres?
—Vi necesidad de trasladar al exterior todos los conocimientos adquiridos, así que me marché a Londres, para trabajar en una empresa de importación. Le veía muchas posibilidades financieras. Quería llevar nuestros productos al exterior, y desde allí era más fácil que desde un país muy lejano.
¿Por qué regresó a la finca de Malperal?
—Mi padre murió cuando yo estaba terminando algunas cosas en Londres, así que tuve que dejarlas hechas, terminar con el proyecto allí y atender la finca de aquí. Decidí que iría a Londres una vez al mes. Él trabajaba a su manera, de la vieja escuela, acorde a lo que él vivió. Mi padre veía difícil promocionar la vaca morucha, pero yo tengo la certeza de que no le gana ninguna otra carne. Ahora se comercializa de otra manera, y a él le pasó como a muchos ganaderos, hay cosas que desconocen. La mentalidad es de que la gente venga a buscarlo, pero si no lo conocen no es posible.
¿Cómo es vivir del medio rural?
—Para mí es una gran responsabilidad. Es un mundo en el que no puedes irte unos días, un tiempo fuera, o algo así. Tienes que atender a los animales, no puedes coger vacaciones ni fines de semana.
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