El bien triunfa sobre el mal en la vistosa Loa de La Alberca

Desde el siglo XVII, de manera ininterrumpida, cada 16 de agosto en La Alberca, el diablo hace acto de presencia en la villa serrana en el auto sacramental de La Loa. Una representación teatral que es Bien de Interés Cultural con carácter inmaterial y que en cada año congrega a más curiosos en el entorno del Solano Bajero, a las faldas de la imponente iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.

Una soleada mañana ayudó a que el público llenara cada rincón de la plaza desde un buen rato antes del comienzo del auto. Poco a poco, la emoción se iba apoderando de los presentes, sobre todo cuando apareció sobre las tablas la serpiente de siete cabezas, la cual se aupó hasta lo alto del escenario apenas unos minutos antes de las 12.00 de la mañana de ayer viernes.

Una vez que puso un pie en el escenario el «gracioso», una suerte de narrador que va contando lo que sucede en la trama con cierto rintintín y con charrascarrillos propios de las gentes de albercanas, se fueron sucediendo una detrás de otra entre los aplausos del público.

Sin duda uno de los momentos estelares fue ver al diablo a lomos de la serpiente, desde donde encendió la traca de pirotecnia y el humo y fuego del averno tomó presencia delante de la iglesia. Además, fueron invocados por el mal los siete pecados capitales en forma de jóvenes diablillos, interpretados por jóvenes del pueblo que vencieron a la timidez y mostraron su desparpajo en el escenario.

No faltaron a la cita dos albercanos con el traje típico, ni la suculenta merienda, con trago de vino incluido, que el «gracioso» despachó delante de todos. Aunque en esta historia se habla de las tradiciones albercanas y su cultura popular, en el fondo encierra, no obstante, una semilla inmortal, un argumento universal: la lucha entre el bien y el mal.

Y en ese enfrentamiento de siglos, cuando el diablo se abalanzó sobre los hombres, el arcángel San Miguel, interpretado por una vecina, apareció para hacerle frente y dar paso a las siete virtudes, siete pequeñas actrices que, una a una, derrotaron a los demonios que junto al diablo, huyeron despavoridos entre el mar de personas que rodeaba el escenario.

De esta manera, una vez más, el bien se impuso al mal, en una mañana en la que La Alberca mantiene viva esta tradición ancestral gracias al buen hacer de los integrantes de la compañía de teatro local, Cateja Teatro que, con esmero, respeto, talento y incluso añadiendo algún nuevo elemento o guiño humorístico (como una deslumbrante navaja que el «gracioso» usaba para defenderse «de los lobos de dos patas»), son los artífices de llevar adelante esta representación. Sin olvidar al Consistorio, con el alcalde Miguel Ángel Luengo que se prestó a echar una mano en los preparativos previos a la obra.

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