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Y sin habernos dado cuenta ya es Navidad. Así, con todas las letras. Ya tenemos las casas llenas de árboles tuneados, de figuritas de mulas, bueyes, carpinteros y niños capaces de dormir en pesebres de paja, de mil y un dulces que se esconden las demás épocas del año para ahora irrumpir con fuerza, de bolas de colores, luces que tintinean y demás parafernalia de la época. Con nuestras casas con ese toque navideño clásico y elegante, y nuestros portales con algún vecino, que de verdad se ha creído que es un elfo, y ha tirado del espumillón como si le fuera la vida en ello.

La pre Navidad tiene nombre propio: las cenas de empresa. Cuidado, mucho cuidado, que son arma de doble filo. Que mi abuelo siempre dijo que el alcohol favorece las relaciones sociales, pero nunca pensó que también te puede mandar a la cola del paro. Y en mitad de todas esas cenas y barras libres, están los camareros, que no siempre disfrutan a la vez que los demás y a veces sufren de la vorágine de estas fiestas. Dadles un poco de tregua y pensad que, a fin de cuentas, para ellos también es Navidad.

Ya he visto las luces de la Gran Vía, he ido a visitar el Belén de la Santísima Trinidad (aunque eso no me ha hecho tanta ilusión), me he pasado por los puestos del mercado navideño de La Alamedilla, y he visto el enorme regalo que hay situado en nuestra magnífica y única Plaza Mayor. Y ahí, delante del regalo, pensé en qué es lo que habría pedido a los Reyes Magos nuestro alcalde para la ciudad. Y al ratito me di cuenta de que era muy sencillo: trabajo y niños. Porque sin ninguna de las dos Salamanca puede tener viabilidad a largo plazo, pero me consta que están en ello.

El primer acto navideño (o no) ya se ha celebrado con la Nochevieja Universitaria, no soy muy fan del acto porque de Nochevieja tiene poco y de universitaria menos, pero entiendo que es una forma de poner a Salamanca en todos los telediarios para que la gente recuerde que estamos aquí, y reconozco que, aunque me levante temprano al día siguiente, siempre me encuentro la ciudad en perfecto estado de revista. Apretaros los machos, sacad la sonrisa del armario y encarar con ganas estas fechas especiales. ¡Feliz Navidad!

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