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Me da igual que se llame chador, hiyab, nikab o burka. Me importa un rábano que alguien piense que si la mujer lo elige el velo está bien. Se trata de una prenda que las mujeres musulmanas están obligadas a usar desde que tienen su primera menstruación, en presencia de varones adultos que no sean de su familia inmediata y que es el símbolo de una opresión monstruosa e infinita. Y no lo digo yo. Lo dice Najat El Hachmi, una escritora española de origen marroquí, Premio Nadal, licenciada en filología árabe y luchadora convencida contra la desigualdad y por los derechos de las mujeres. Esta autora, imprescindible ya en nuestras letras, tras ver en la reunión de las que se han llamado a sí mismas “otras políticas”, en Valencia, que no eran más que unas cuantas conocidas (la anfitriona y vicepresidenta de la Generalitat valenciana, Mónica Oltra; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, la portavoz de Más Madrid en la Asamblea regional, Mónica García y la portavoz del Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía de Ceuta, Fátima Hosain) se quejó en Twitter. ¿Cuál fue el comentario de Najat? “Gracias por incorporar a vuestras filas el símbolo de nuestra opresión. Será que las moras españolas no somos mujeres y nuestra libertad puede esperar. Será que nuestro feminismo es de segunda y podéis hundirnos un poco más para que podamos seguir encerradas en las cárceles del islam y el islamismo”. Se puede decir más alto, pero no más claro. Ese pedazo de tela que cubre cabeza y cuello y a veces también cara y pecho o cuerpo entero es una indiscutible forma de opresión. Y también de desigualdad rotunda, porque solo han de llevarlo las mujeres musulmanas y no los hombres. Si nuestra Constitución defiende y protege la igualdad, ese símbolo no puede formar parte de la vida pública. Y menos aún de la política. Tengo la sensación de que, precisamente, las organizadoras “eligieron” que hubiera una mujer con ese pañuelo a la cabeza para que se viera que era musulmana y ofrecer una imagen de diversidad. Ojalá las mujeres musulmanas se rebelen y dejen de estar “marcadas” por una prenda impuesta que las diferencia. A partir de ahí, todo bien. Que las mujeres se reúnan, sean de la ideología que sea, me parece perfecto. Que traten de construir un proyecto político y de país que, como dijo Yolanda Díaz, “es el comienzo de algo maravilloso”, es estupendo. Y que intenten que quepan en ese “algo maravilloso” todas las mujeres diferentes y persigan la igualdad para cada una de nosotras, mejor todavía. Pero que se dejen el velo puesto, me hace dudar. Porque si hay velo no hay igualdad. Así de claro. Gracias por tu valentía al denunciarlo, admirada Najat.

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