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En Baja Sajonia, región de bosques brumosos y mitos germánicos, hay hoy un lobo sentenciado a muerte. Se trata del lobo que mató a decenas de animales de varias fincas y granjas desde 2021 y que tuvo el desacierto de escoger entre sus víctimas a Dolly, el pony propiedad de Ursula von der Leyen, en la madrugada del 1 de septiembre de 2022. La actual presidenta de la Comisión Europea creció sobre una silla de montar y ama a sus caballos casi tanto como a sus siete hijos. La muerte de Dolly, de 30 años de edad, fue un duro golpe para toda la familia, que siguió minuto a minuto la investigación local sobre los hechos. Dolly fue atacada en la finca de von der Leyen situada en Burrdorf-Beinhorn, pero el lobo había matado también en varias comarcas a la redonda a varias docenas de animales, principalmente ovejas y cabras, además de, ocasionalmente, ganado vacuno y caballos. Todo esto fue demostrado gracias a los análisis de ADN, porque no se escatimaron medios en las pesquisas, que fueron agilizadas visiblemente desde que Dolly cayó en sus zarpas.

Las autoridades lo bautizaron con el nombre oficial de “GW950m”, aunque popularmente es conocido en la zona como “ “Problem Wolf No. 1” (enemigo público lobo número uno). El juicio terminó con una sentencia de muerte y las autoridades regionales emitieron un permiso especial para su sacrificio, que usualmente no permitiría la Ley Federal de Protección de la Naturaleza y las Especies, basada en un reglamento de la UE. Debido a esta excepción, surgieron sospechas sobre si von der Leyen habría movido hilos desde Bruselas para favorecer la exención y dar muerte al lobo asesino. La oficina de Ursula von der Leyen no solo contradijo estas insinuaciones, sino que presentó pruebas de que la fecha en que las autoridades europeas recibieron la solicitud para sacrificar al temido “Wolf” fue anterior a la muerte del pony de sus entretelas. Pero el caso es que pasaban los meses y el sacrificio no llegaba a producirse, porque una cosa es dar permiso sobre el papel para cazar a un lobo y otra muy diferente darle caza. El salto de “GW950m” a los titulares lo había convertido además en un lobo famoso, había atraído la atención mediática y el permitido disparo había ganado así en incorrección política, por lo que los cazadores quedaban en un incómodo foco, según sugirió entonces la prensa europea, que se refería ya al lupus como “lobo problema”.

La ley europea en vigor establece que, dondequiera que pierdan el miedo a los humanos, a menudo atraídos por la basura, los animales deben ser eliminados de la población. La Directiva de Hábitats, en vigor desde 1992, permite incluso opciones en materia de regulación de las poblaciones de lobos. En el caso de GW950m, la solicitud de sacrificio fue aprobada y se justificó sobre la base de la “clara concentración” de matanzas por parte del lobo y sus consiguientes perjuicios económicos. La sentencia informa que debe ser llevada a cabo por personas capacitadas y, una vez consumada, se exige un informe inmediato a la oficina de lobos de Baja Sajonia y una última toma de muestras de ADN, para poder constatar que se ha eliminado al lobo “correcto”. La sentencia establecía, por último, un plazo para el cumplimiento de la sentencia que expira mañana, 31 de enero. Por el momento, ahí sigue el protagonista de este cuento de tintes surrealistas, en el corredor de la muerte de los lobos europeos, que es lo mismo que decir que en libertad. Según la estadística de Baja Sajonia, los lobos deberían temer más a los conductores de coches que a los cazadores, pero el hecho es que su protección rivaliza con la de los ponys con apellido influyente. Y a esas alturas del cuento, cualquier iniciativa europea para proteger al ganado de los lobos es interpretada políticamente como una venganza personal de doña Úrsula.

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