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Un panorama endemoniado

Martes, 12 de noviembre 2019, 04:00

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Igual que tras el 28-A, estamos en un momento crucial para la vida de los españoles, que requiere de políticos con visión de Estado, de dirigentes que sepan anteponer los intereses de la nación a los suyos y de su partid para llegar a acuerdos.

No hay en los resultados del 10-N ninguna señal de que el bloqueo político pueda romperse en una tercera inaceptable e insufrible convocatoria electoral. Ni arreglaría nada, ni España puede permitirse el lujo de permanecer otro medio año atascada por la incompetencia de sus mandatarios.

El recuento confirma que la repetición de elecciones, forzada por la megalomanía de Pedro Sánchez, no ha servido para nada. Los cambios en el Parlamento no contribuyen a despejar la incógnita de un futuro Gobierno con mayoría estable, sino todo lo contrario.

El primer fracasado en la jornada de ayer ha sido el propio Sánchez, que se negó a pactar con Cs y UP en la confianza de que se harían buenos los pronósticos (ensoñaciones) de su amigo Tezanos y alcanzaría los 150 diputados. El candidato del PSOE no solo ha perdido tres escaños, sino que ha conseguido debilitar a su “socio preferente” (UP) y a la vez ha reactivado a la extrema derecha de Vox y ha relanzado al PP. Santiago Abascal y Pablo Casado aparecen como los dos líderes más beneficiados por el 10-N, aunque Sánchez conserve la primera posición y la responsabilidad de presentarse a la investidura.

El batacazo descomunal de Cs, que se ha dejado en las urnas 47 de sus 57 diputados, obliga a Rivera a poner su cargo a disposición del partido. No solo ha perdido su condición de bisagra, sino que ha pasado a ser irrelevante en el Congreso. La formación naranja se coloca al borde de la desaparición y solo la llegada de un nuevo líder (lideresa más bien) puede salvar los restos del naufragio.

Santiago Abascal, en cambio, puede alardear de ser el candidato que más ha crecido, si bien lo ha hecho aupado por dos circunstancias excepcionales: el hundimiento de Cs y el ridículo hecho por el Gobierno con su política de apaciguamiento frente al incremento de la tensión en Cataluña.

El otro beneficiado por el recuento de ayer, Pablo Casado, ha obtenido ciertamente un resultado positivo, pero se ha quedado lejos de sus expectativas de disputarle el primer puesto a Sánchez. Esa circunstancia, unida a la fuerte subida de su competidor por el flanco derecho, deberían hacer reflexionar al líder de los populares sobre la conveniencia de ofrecer un acuerdo de apoyo al PSOE sobre la base de un programa de salvación nacional, para frenar a los golpistas catalanes y afrontar la crisis económica sin disparatadas subidas de gastos e impuestos.

En nuestra tierra, la debacle de Cs ha dado vida al PP de Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León, que ha sabido contener y rebasar al PSOE. Los populares de la Comunidad se hacen con tres de los ocho escaños perdidos por los naranjas, mientras que otros tres han sido para Vox y dos para los socialistas. Y en Salamanca Javier Iglesias también ha cosechado un excelente resultado, aumentado de mil a once mil la distancia en votos respecto al PSOE, mientras que Fernando Pablos debería hacer examen de conciencia tras su fracaso, porque no ha sabido conducir al partido a recuperar el escaño que en abril fue a parar a Ciudadanos y ahora es para Vox.

Mirando hacia el futuro inmediato, los acuerdos para formar gobierno a partir de hoy siguen complicados. Para Sánchez la aritmética es ahora más enrevesada todavía que tras los comicios del 28 de abril, pero el hecho de que haya retrocedido y de que la repetición haya espoleado al centro derecha y a la extrema derecha puede quitarle las ganas de ir a una tercera cita con las urnas y puede abrirle los ojos a la necesidad de ceder para pactar programas y/o cargos.

Ante Sánchez se abren ahora dos posibilidades para negociar la investidura. La primera y más contundente sería una gran coalición con el PP, que sumaría 207 diputados y permitiría abordar con garantías la situación de crisis institucional y económica por la que atraviesa España. La segunda pasaría por un retorno al “Gobierno Frankenstein” juntando sus escaños con los de UP, ERC y PNV (sobrarían los tres diputados de Más País), una coalición que pondría en serio peligro la unidad de la nación, supondría nuevas cesiones a los separatistas, incluido el indulto a los condenados por el procés, y agravaría la recesión con recetas populistas y neocomunistas.

El acuerdo de Sánchez con Casado es muy improbable, el “pacto Frankenstein” nos llevaría al desastre y unas terceras elecciones, a la ruina. Un panorama endemoniado.

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