Borrar

Un Gobierno temible

Miércoles, 8 de enero 2020, 04:00

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El Gobierno de coalición entre socialistas y comunistas, con el apoyo de filoterroristas, golpistas, separatistas, nacionalistas antiespañoles y regionalistas que ayer dio a luz el Congreso de los Diputados, constituye una seria amenaza para el progreso y la paz social en España. Siendo legal, y por tanto legítimo, pues responde al voto de diputados elegidos en unos comicios libres, el Ejecutivo presidido por Sánchez supone un motivo de temor y espanto para una amplia mayoría de españoles, incluidos muchos de los votantes socialistas.

Son varios los motivos del miedo que produce este Gobierno ‘temible’. En primer lugar, por el clima de confrontación social que ha provocado la formación de una mayoría parlamentaria sustentada en quienes tienen como objetivo declarado la destrucción de España, incluidos aquellos que ya lo han intentado o apoyan a quienes lo han intentado de forma criminal, bien mediante el asesinato o bien mediante la secesión. Y ha sido el recién investido presidente del Gobierno el primero en atizar ese clima de enfrentamiento con su condescendencia, rayana en la humillación, hacia quienes han insultado en sede parlamentaria al Rey, a nuestra democracia y a las víctimas del terrorismo, y con sus ataques desaforados a los dos partidos constitucionalistas de la oposición, equiparándolos con la extrema derecha populista.

Provoca temor también el proyecto de “cambio de régimen” anunciado por el verdadero ideólogo de este Gobierno, el comunista bolivariano Pablo Iglesias. Y ese miedo no es por un apego desmedido de los españoles al régimen de la Transición, sino porque lo que llega para sustituirlo causa espanto: la deconstrucción de la democracia, la ruptura del consenso, la voladura de la separación de poderes y el ataque a las instituciones, empezando por la Monarquía y siguiendo por la Justicia. Iglesias tiene muy claro su objetivo de alcanzar un sistema comunista al estilo de la dictadura venezolana, mientras que Sánchez aspira a imponer el sanchismo, como manera de perpetuarse en el poder. Ya han comenzado los ataques a los jueces cuando no se pliegan a sus intereses, han seguido apuntando contra la prensa libre y acaban de anunciar (lo dijo el presidente en el Congreso) “mecanismos para facilitar la formación de mayorías de gobierno, frente a las mayorías de bloqueo». Una manera sutil de preparar su instalación definitiva en la Moncloa.

Una mayoría de españoles permanece hoy con el corazón encogido ante la perspectiva de que Sánchez permita que se rompa la unidad de la nación, tal y como hacen prever sus compromisos con los secesionistas, y que al mismo tiempo avance en las desigualdades entre territorios, si llega a cumplir los pactos de financiación e inversiones para las regiones cuyos representantes han apoyado su investidura. Tampoco contribuye a la tranquilidad de la ciudadanía la condescendencia del líder del nuevo Ejecutivo y de su vicepresidente con Bildu y ERC, que llevará como secuela una relectura de la historia para ‘blanquear’ los crímenes de ETA y el golpe de Estado en Cataluña, una posible amnistía y la anulación de los tribunales como freno a los insurrectos. Con el añadido de una consulta limitada a Cataluña que dará un impulso quizás definitivo a los separatistas de Puigdemont y Junqueras.

El otro ámbito donde los temores se disparan con este Gobierno de coalición es la economía, en la que Podemos parece haber impuesto su receta intervencionista de más gasto, más subsidios y subvenciones, más impuestos y más cargas para los empresarios. A esto hay que añadir el alto coste para los Presupuestos del Estado de todas las promesas sanchistas a Cataluña, País Vasco, Galicia, Aragón y Canarias, que conducirá al descontrol del déficit y el crecimiento galopante de la deuda.

Estamos, en definitiva, ante un Gobierno que no será de progreso, sino de involución, que intentará imponer el guerracivilismo y la orgía del gasto como ya hizo en su día Zapatero, con el resultado de la mayor crisis de nuestra historia.

Frente a esos temores y ese panorama negro como el tizón, los españoles tenemos que agarrarnos a las instituciones, pocas pero de gran peso, que pueden frenar la deriva revolucionaria de este temible Ejecutivo. Hay que confiar en que la Monarquía, los jueces y la Constitución ejercerán como muro de contención contra los peligrosos experimentos sanchistas, y junto a ellos una oposición que, si aprende la lección y une sus fuerzas para denunciar los desmanes tanto en el Parlamento como en los tribunales, debería preparar el camino a la llegada de una alternativa más pronto que tarde. También puede salvarnos del desastre la acción moderadora de las autoridades europeas, en especial en todo lo que se refiere a la orgía de gastos que intentará imponer el matrimonio Iglesias-Montero.

No hay que descartar, por último, que Pedro Sánchez, un mentiroso patológico, acabe por engañar también a sus aliados de investidura y no cumpla con nada de lo prometido. Ya mintió cuando se presentó a las elecciones anunciando que nunca pactaría con Podemos ni sería presidente con el apoyo de los separatistas.

Hay, por tanto, un resquicio para la esperanza entre tantos temores. Y la confianza en que España, la segunda nación más antigua de Europa, ha sobrevivido a todo tipo de crisis durante los últimos seis siglos.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios