Tiempo de graduaciones
Las que atan y desatan, las que encadenan con sus cantos. A esas se las denominan sirenas. Hoy no puedo por menos que aludir a ... esas dos criaturas, seres indefensos, arrebatados por el odio, el rencor y la rabia incontrolada. Decía Nicolás de Cusa en el prólogo de La Docta Ignorancia: “Las cosas raras, aunque a las veces sean monstruosas, suelen movernos”. La muerte ignominiosa de estas niñas sin duda alguna nos conmueve y al ser cosa rara, aunque cada vez menos, pero sin duda monstruosa también, ha de movernos y removernos.
Estamos en tiempo de graduaciones, tiempo de ilusiones, sonrisas, fiestas compartidas, abrazos y emociones,... todo un poco condicionado por esta pandemia con la que convivimos. Yo como ya soy un poco antiguo no disfruté de tantas graduaciones ni festejos varios. Más bien había momentos puntuales de destacada importancia que poseían su propio peso y prestigio. Hoy me da la sensación de que nos hemos americanizado, en lo malo, haciendo copias absurdas de ritmos celebrativos que poco tienen que ver con nuestra realidad. No digo yo que a veces no esté bien copiar, más de alguno o alguna ha llegado a su graduación copiando alguna vez. Pero el copiar del que yo escribo es algo que vuelve descafeinada y difumina nuestra identidad, nuestra esencia. Nuestras peculiaridades y lo que nos hace diferentes también es una riqueza si se sabe poner en valor.
Hacer graduaciones en todas las etapas de los estudios puede ser divertido, entretenido, alentador, un negocio y no sé cuántas cosas más, pero si se normaliza, hasta el punto de trivializarlo, pierde todo su encanto, su gracia y, lo que es peor, su sentido. En este mundo donde tenemos que estar siempre emprendiéndola en algo, quizá no estaría de más preguntarnos el ¿por qué, para qué y para quién hacemos lo que hacemos? Tal vez nos sorprenderíamos de la cantidad de cosas estúpidas e inútiles que llevamos a cabo y del tiempo que perdemos. Si tenemos en cuenta el comienzo de este escrito, no nos queda otra que reconocer que, más allá de las graduaciones, algo no estamos transmitiendo o estamos aprendiendo algo mal. Fundamental la información, fundamental el conocimiento, fundamental el espíritu competitivo, fundamental el espíritu de superación, pero todo eso se disipa sin una fundada y fundamentada formación y crecimiento personal. No es suficiente conmoverse con el sufrimiento que producen las situaciones dramáticas cuando acontecen. Hay que anticiparse, prevenir todo lo posible y eso, en gran medida, se logrará en base a una educación integral de la persona, teniendo claro que la exigencia no está reñida con el cariño. Descansen en paz ellas, pero no nosotros mientras las vidas se rompan con tanta facilidad.
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