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Sequía

Miércoles, 17 de agosto 2022, 05:00

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Si mes ves, llora” es la más dramática de las inscripciones que aparecen en las centenarias “Hungersteine” (piedras del hambre), que el descenso del caudal ... de los ríos europeos vuelve a dejar al descubierto este verano. Mucho antes de que comenzásemos a escuchar los lamentos por el cambio climático, en periódicas sequías extremas, nuestros antepasados dejaron testimonio labrado en piedra de los años malditos en los que las cosechas se malograron por la falta de agua y se vivieron las consecuentes hambrunas. A la altura de Worms, el poderoso Rin permite ver este verano inscripciones fechadas en 1857, 1947, 1959 y 1963. En los alrededores de Dresde, las del Elba se remontan a 1873 y, a su paso por la ciudad checa de Decin, a 1417. Este macabro destape de los grandes brazos fluviales de Europa nos pone a todos en nuestro sitio en relación con la naturaleza. Pero no alcanza a conmovernos. Lo cierto es que seguimos en la piscina, indolentes, mientras hay ganaderos obligados a acarrear a diario desde kilómetros de distancia el agua que no llega a las explotaciones, si es que quieren mantener vivos a los animales, y mientras el secretario de Estado de Medio Ambiente culpa al regadío, como si en cuanto dejásemos de regar fuese a empezar a llover.

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