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Salmanticense

Sábado, 9 de enero 2021, 04:00

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Que mi lengua se pegue al paladar -dijo el salmista para Jerusalén-, si no te enalteciere, ¡oh Salamanca! Mi pluma no valdría nada si no ... recordara a esta ciudad, que aquel poeta y catedrático, Laínez Alcalá, llamó “Princesa de Occidente”. Pensé traerla de nuevo a esta tribuna mientras veía en televisión “La vida de Pi”, basada en la novela del mismo título de Yann Martel, que fue premiada en 2012, y no solo con cuatro Oscar. En su biografía lo primero que aparece es “Salamanca, España, 25 de junio de 1963”. Razón de ser: los cursos de verano de la Universidad, la Facultad de Filología, un matrimonio de diplomáticos canadienses destinados en Madrid que se matriculan, y el parto. Y ese prestigio de la USAL por la enseñanza del español es el mismo que trajo a Salamanca hace cuatro años al congresista estadounidense por California, Mark Takano, entre cuyo electorado predominan los hispano-hablantes. El entonces alcalde de Salamanca, Fernández Mañueco, le hizo “Huésped distinguido”. Meses antes me había recibido cordialmente en su despacho del Capitolio, muy interesado por las experiencias de la transición, por el golpe de Estado de Tejero, y por su castellano, a mejorar en Salamanca. Cuán ajeno estaba a que aquel formidable templo de la democracia fuera asaltado esta semana, en un “calambre de vergüenza ajena” (como lo califica Camacho en ABC), convulsión análoga a la que en 1981 nos electrizó a los españoles aquel 23F.

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