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A la memoria de Juan Antonio García Iglesias

Pluma avante. Juan Antonio García Iglesias, el que fuera subdirector de LA GACETA y marino mercante, al timón. En la información periodística hay que ir siempre de frente. Aunque un sol negro se haga faro, y el horizonte hayamos de advertirlo, con escepticismo, entre las oscuras brumas que el ambicioso Pedro Sánchez exhumó tras su alianza con filocomunistas y golpistas. Porque el lenguaje periodístico no está para contar patrañas, sino para despabilar realidades.

¡Ah, mi querido amigo! En la última columna que firmaste para este diario quisiste citar al lenguaraz Quevedo, quien con látigo de sátira arreaba estopa a todo perro quisque: “Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir” -lo dijo Quevedo-, apuntillaste. Y días después, tras poner el punto redondo, los cielos decidieron descender sus brazos para llevarte a más tranquilo aparte. ¡Cuántas veces intentábamos responder al mal de este país con lo que otros ya antes habían dicho! ¡Cuántas nos lamentamos del exceso de ambición, de la falta de empatía y credibilidad política, de las cegueras gubernamentales! Y lo hacíamos justo después de terminar la Misa del Gallo; año tras año, en navideño abrazo, ante esa María Auxiliadora que nos reunía en Nochebuena para ser testigos del mensaje de paz a los hombres de buena voluntad. De haber asistido Pedro Sánchez a la cita, le hubieran echado del templo. A nadie ya se le oculta que su codicia le ha obligado a gobernar con una turba de ladrones, cuya única escuela es la de Satanás. Citando como tú a Quevedo, este acusaría a los cómplices del presidente de “corruptos que, en pretexto de Religión (y entiéndase esta como doctrina de partido), hacen hacienda”. Y visto además lo que hay, don Francisco advertiría a Felipe VI de los peligros que tiene un rey cuando su Gobierno se empeña en convertirle en “un cuerpo muerto con águilas alrededor”. ¡Ponga cuidado, Majestad! ¡Estas águilas babean hambre! Parafraseando a Quevedo, “los malos ministros divierten a sus reyes con fiestas, los distraen con convites, y luego piden su cabeza”.

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