Navidades o fiestas
Pues cada uno que elija, con total libertad. Para los modernos o postmodernos, para los progres trasnochados y revenidos serán fiestas y para los carcas ... y sótanosaurios será Navidad. Sea como sea, si uno no lo tiene claro será todo un desastre, convirtiendo estos días en cualquier cosa menos en lo que realmente son o están llamados a ser. Da igual el discurso del Rey que el del Papa, la cosa es poner pegas y palos en las ruedas, siempre es más cómodo matar al mensajero que escuchar el mensaje. Si a mayores lo que dicen nos cuestiona e interpela, nos da que pensar y nos hace ver que podíamos dar un poco más de nosotros mismos y poner un poco más de nuestra parte, entonces nos enrocamos y nos ponemos aún más brutos. Buscando justificaciones que no lo son, eso sí, tranquilizando nuestra conciencia en un mar de ridiculeces.
Nos quejamos, unos más que otros, de que son malas fechas, “ojalá se pasen pronto estos días”, dicen muchos. Uno se pregunta si son malas fechas y malos días o, si los malos somos nosotros y nuestra actitud ante la vida. El coronavirus es agotador, cansino, pesado y todo lo que se nos ocurra, pero nosotros, los humanos, tampoco nos quedamos cortos a la hora de caldear el ambiente. El volcán de la Palma parece que ha puesto punto final a su cabreo. No estaría mal que nosotros hiciéramos lo mismo y dejáramos de manar lava, o baba, por nuestra boca en forma de mala leche y cabreo generalizado. Ya bastante rotas están las cabezas en general como para que echemos leña al fuego. Menos mal que en Castilla y León estaremos entretenidos dando caña con la movida política, pendientes de unos pocos y ajenos a las necesidades reales de muchos. Válgame Dios, cuán despistados andamos o con qué facilidad nos despistamos. No hay nada como tirar un balón al terreno de juego y poner a veintidós corriendo tras él, mientras miles sueltan todo tipo de improperios y descargan su adrenalina vociferando como posesos, olvidando durante noventa minutos su triste, cruda y dura realidad.
En fin, menos mal que monseñor José Luis Retana hará realidad su nombramiento o nombramientos como obispo en dos de nuestras diócesis salmantinas y eso también nos dará juego para el entretenimiento y el divertimento de muchos. Aún no ha aterrizado y ya le están dando en el tren de aterrizaje. Está el buen hombre entre el “aterrizaje forzoso” y el “aterriza como puedas”. Me consta que tiene cualidades, capacidades y habilidades, pero Salamanca tiene tres universidades y muchos se creen listos y doctos, aún sin pisar las aulas, dispuestos todos a enseñar al prelado el buen camino. Un poquito de humildad tampoco sería algo malo para enseñar en las aulas de las universidades y en las calles y plazas de la ciudad, o incluso en los púlpitos de algunos templos. Centrémonos y el que quiera entender que entienda. Feliz Navidad.
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