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Echo de menos cosas, muchas cosas. Echo de menos ver a alguien que por la calle te sonríe desde lejos cuando se va a cruzar contigo. Echo de menos la cara de sorpresa de esa misma persona cuando le comentas aquello tan gracioso que te pasó ayer, pero, sobre todo, echo de menos poder reconocer a la gente. Que aquí en Salamanca somos mucho de saludar, que antes, en los buenos tiempos (sí, he dicho los buenos, no he dicho diferentes), vamos, el año pasado, podías tardar veinte minutos de la plaza España a la Plaza Mayor, por aquello de ir saludando y preguntando “¿cómo estáis todos?”. Que aquí siempre hemos sido mucho de preguntar por la familia.

Y me fastidia ver cómo la mascarilla se va a mantener, más bien a imponer, durante bastante tiempo, que nos vamos a poder ver mucho menos las caras, que deberíamos escribir nuestros nombres en las mascarillas para evitar malentendidos. Pero ojo, me fastidia, pero lo entiendo, lo asumo y lo respeto. Puede que al salir de casa se me olvide la cartera (despistado que es uno) y si me doy cuenta en la calle, ya lo dejo (alguien me invitará a una caña, digo yo), pero, si lo que se me ha olvidado es la mascarilla, vuelvo a subir. No sin mi mascarilla.

Desde mañana tenemos en Castilla y León obligatorio el uso de la mascarilla. La verdad es que debo reconocer que yo veo a casi todo el mundo por la calle con ella puesta. Y me resulta curioso cómo algo que hace unos meses era más complicado de conseguir que unas declaraciones coherentes de Pablo Iglesias, ahora las puedes ver de todos los tamaños y colores. Con estampados incluidos, cierto que las que se ven en mayor cantidad son las que llevan la bandera de España, le pese a quien le pese.

Pedro Sánchez, con su mascarilla, aquella que nos vendió al principio de la pandemia que no era necesaria porque no fue capaz de gestionar su compra, sí ha tenido a bien personarse en el homenaje a las víctimas de la COVID 19, más que nada porque lo ha organizado para mayor gloria suya. ¿Homenaje a todas las víctimas de la enfermedad? No, claro que no, a todas no, porque el Gobierno sigue manteniendo la cifra irreal a la que se aferra de la mitad de las muertes de facto. A la otra mitad... A esos que les zurzan ¿no, querido Pedro?

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