Los puentes de Ayuso
Ya vimos la misma película en el puente del Pilar y ahora nos la han intentado repetir con premeditación y alevosía en este de Todos ... los Santos. Le confieso que estoy harto del pertinaz enfrentamiento político entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid. Me agota este bucle partidista que nos ha tomado a los ciudadanos como rehenes de un combate absurdo con la salud de todos en juego. Basta cualquier chispa para amagar con el incendio. Los puentes siguen siendo la excusa, como si los festivos, fueran ahora la única amenaza para expandir aún más el virus. Sigo sin entender las razones de unos y otros, para anteponer el cálculo electoral a la enfermedad. Igual les sale rentable aunque sea miserable.
Las primeras piedras de los puentes de Ayuso las puso el propio Sánchez hace meses. Fue en junio cuando el gobierno decidió declarar la pandemia de interés regional. Esa era la coartada para tener a muchos culpables cuando estuviéramos de nuevo entre los peores de Europa. El presidente se lavó las manos entonces en la singular y variada palangana autonómica y empezó a abusar de la palabra “cogobernanza”. Ese vocablo que le sigue sirviendo a día de hoy, para apuntar los fracasos del lado de las administraciones autonómicas. Sánchez les dio la obra pero les negó las herramientas jurídicas necesarias para construir el muro contra los contagios. Por eso fracasó la desescalada y por eso también, no ha tenido más remedio que devolvernos al Estado de Alarma, que ya ni siquiera le interesa debatir.
Si como dicen los expertos, una alerta sanitaria exige claridad en los mensajes, anticipación en las decisiones y certidumbre en las medidas, aquí ocurre justo lo contrario. Basta con mirar al mapa para ver es imposible memorizar la amalgama de medidas con las que se lucha en cada sitio contra el mismo enemigo. Cada región hace y deshace con su boletín oficial lo que puede y ahora la mayoría cierra sus fronteras sabiendo, como saben, que esa limitación está lejos de ser una solución definitiva.
Al otro lado del puente se ha colocado Ayuso. Esa presidenta empeñada en empañarlo todo, a base de llevar la contraria al gobierno aunque sea a costa de la razón. La presidenta de Madrid impuso la mascarilla cuando todo el mundo ya la llevaba. Después señaló al aeropuerto de Barajas con el único propósito de desgastar al gobierno y ahora dice que no quiere imponer restricciones mientras nos pide que salgamos poco a la calle.
Así estamos en esta víspera de todos los santos. Sin ningún atisbo de unidad política y en la antesala de lo peor. Porque los hospitales se vuelven a llenar, los contagios se multiplican y las muertes aumentan en toda España. Cada día más de cien personas pierden la vida por el maldito virus. Sí, más de cien. Se dice pronto. Y mucha otra gente se arruina. Y ese drama ni es una película, ni entiende de puentes.
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