La sobrina de Gervasia
La sobrina de Gervasia se llama Ana González y desde junio de 2019 es alcaldesa socialista de la ciudad de Gijón. La sobrina de Gervasia ... no hizo sino acariciar el bastón de mando y ya estar acariciando el malaje autoritario del poder: cerrar la plaza de toros (a los festejos de toros, naturalmente), aunque durante su primer año de mandato concediera una prórroga a la empresa, por eso de la pandemia, dice, y por eso también de no querer meterse tan aprisa en líos. De momento nos quedamos tapados, pensó astutamente y sonriéndose para sus adentros.
Pero han pasado ya dos años y la sobrina de Gervasia no podía aguantar más. Con o sin pandemia, el tiempo corre y la cinqueña sabe lo importante que es embestir; hacerse cartel para que el partido advierta que aún es brava y que no hay razón para que se la devuelva a los corrales. Así que nada como anunciar de sopetón que en el coso de El Bibio se acabaron los clarines, los paseíllos, los olés y los runrunes de las moscas. La Constitución no obliga a que Gijón organice celebraciones taurinas, arguye sin más, y luego todo se le hace hablar de Nigeriano y Feminista: esos dos toros lidiados en la pasada feria, con los que, según la sobrina de Gervasia, el ganadero Daniel Ruiz ha ofendido a un país, denigrado a una identidad y avergonzado a un mundo que, tal que le ha pasado a ella, conoce la maldición que traen consigo algunos nombres. Porque, al parecer, lo de tener en la familia una tía llamada Gervasia, en origen “poderosa con la lanza”, ha sido una tara de alcance insoportable.
La política de Pedro Sánchez le ha perdido la izquierda al ganado y cada choto (y chota) campea a sus anchas. Pero ¿qué más da? Lo que importa es salir al ruedo, dar que hablar y bramar estupideces. Lo que importa es sacar las cosas de contexto, hacerse viral y generar confrontación. ¿Efectismo político, perversidad? De todo un poco. Desde que Pedro Sánchez decidiera gobernar con los deshechos de tienta no hay feria sin sobresalto y los nombres de algunos socios han sido o son como para echarse a temblar. Pero esto la sobrina de Gervasia no lo ve y de ahí que ande en brega con un morlaco que se llama Nigeriano en lugar de vetar a terroristas que se apellidan Otegi. Hay que luchar por la integración y los derechos humanos, dice. Así son los tantos y tantos aspirantes a Protágoras de esta política española tan farisea del XXI. Sus perogrulladas, sin embargo, les permiten vivir muy bien. Parafraseando a Dostoyevski: la tolerancia está llegando a tal nivel que las personas inteligentes tendrán prohibido pensar para no ofender a los imbéciles.
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