La nueva noche de la Nochebuena
Hace veinte o treinta años, en el hotel en el que me encontraba, durante la Nochebuena, no teníamos una reserva; cuando había una, generalmente de ... una persona sola, nos daba una gran pena y hasta estuve tentado en alguna ocasión de invitar a ese huésped a cenar a mi casa. Sin embargo, este año hemos registrado un 80 por ciento de ocupación en la noche del día 24, sin hacer nada especial; visto lo visto, creo que en 2020 prepararemos algo diferente para llegar al cien por cien de ocupación y, sobre todo, para que se note que es Nochebuena”. Son palabras del director de uno de los hoteles emblemáticos situados en la costa de Valencia, con cerca de cuarenta años de experiencia en la gestión hotelera a sus espaldas, que reflejan los cambios que se han producido a la hora de celebrar la noche más familiar del año, que hasta hace poco había resistido los embates de la modernidad y la llegada de nuevas costumbres. Me decía que la mayor parte de las reservas son de familias al completo, o casi, que han optado por esta nueva forma de festejar la Nochebuena. “En la comida de Navidad ya hace más tiempo que se notaron esos cambios y el día 25 dimos más de 300 almuerzos y porque no teníamos capacidad para más”, me confesó.
Hace un cuarto de siglo, mediados de los años 90, tampoco hace tanto para los que ya tenemos una edad, era impensable pasar la Nochebuena y el día de Navidad fuera del entorno de alguno de los miembros de la familia. Pero, los tiempos cambian y en ciertos ambientes de nuestra sociedad la celebración de esa noche con la familia más allegada y en el domicilio de uno de ellos ha pasado a mejor vida. Además de acudir a hoteles más o menos cercanos, también ha llegado la moda de poner tierra de por medio y, en el caso de los que tienen posibles, realizar un viaje a Nueva York para disfrutar del ambiente navideño que hemos visto tantas veces en el cine o la televisión, o por alguna de las capitales europeas; también a destinos exóticos y más cálidos. Eso sí, por lo menos, de momento, se mantiene el hacerlo en familia. Cosas de los nuevos tiempos y de las nuevas costumbres. Yo, que quieren que les diga, no concibo la Nochebuena fuera de nuestra tierra castellana, sin frío, ya sea con una buena helada, que es lo que teóricamente corresponde a esta época de año, o con una niebla densa, por molesta que sea para desplazarse, y con un “tostón” o un lechazo encima de la mesa. Y con la familia. Llámenme antiguo si quieren, pero es a lo que asocio la Nochebuena.
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