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La nevera de Luis Enrique

Miércoles, 30 de junio 2021, 05:00

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La construcción de iconos es azarosa, a niveles cuánticos en ocasiones. Ejemplo de ello es la nevera de Luis Enrique. Esa en la que nuestro cuestionado seleccionador nacional depositó sus escurridizas posaderas durante los primeros partidos de la Eurocopa. El frigorífico trending topic que nos rememoró a su ‘neverus antecesor’, naranja, de asa negra y cierres metálicos, indestructible, forjada su leyenda entre domingos de sombra de encinas y paellas con sabor a lumbre. La misma en la que sentaban ‘al niño’ para ahorrarse equipaje. A 15 euros en wallapop por si les apetece.

Era la Eurocopa de la nevera, con permiso de Morata, hasta el que el fútbol se cruzó este lunes para recordarnos lo eternamente maravilloso que puede ser el deporte como bálsamo para sociedades dolientes. Nada más sanador que una dosis impredecible de emoción, sufrimiento y recompensa, y por añadido, de ilusión, de la que anda escasa la tropa en tiempos de pandemia.

Tras la taquicárdica batalla ante Croacia, cambia el corrillo del trabajo, del ¿cuándo te vacunas? al ¿quién es el Pedri ese? Los bares y amigos recuperan antiguos planes y sube el pedido de barriles para el viernes, del ¿cómo estás? al ¿quedamos? La incalculable fuerza integradora del fútbol como rito colectivo, encolando el sentimiento nacional sin matices, aquí no hay dos o más banderas de España, solo una que se pasea sin pudor, orgullosa, a izquierda y a derecha. Hasta en eso parece tener suerte Mr Wonderfull Sánchez, se le pone a tiro otro ingrediente para disolver el revuelo ‘indultístico’, bien parece que ande Rasputín Iván Redondo manejando los designios de torneo.

Como se vengan arriba los de Luis Enrique, nevera incluida, no habrá indultos o cepa india que eclipse su momento de gloria. Esta España es así, amor-odio de consumo rápido, de la pereza a la entrega en un vis a vis. Y bien lo saben nuestros políticos, nada les gusta más que un país entregado a una causa. Barra libre para maniobrar sus miserias, ejemplos tenemos para llenar dos Gacetas, hasta de Casa Real, con el cuajo de anunciar la renuncia del rey a la herencia del emérito el primer día del estado de alarma. Qué no podrá salir de la factoría Moncloa, quizá un cambio-crisis de Gobierno, del que los que salgan hagan poco ruido y los que entren nuevos menos todavía... Luis Tudanca calienta, que sales. Quién sabe si no le investirán ministro cum laude en Salamanca aprovechando la Conferencia de Presidentes de la última semana de julio. Hagan apuestas.

Y en estas andamos, con medio pie en las vacaciones, las mascarillas a medio quitar, con la Eurocopa a la mitad y nada sin terminar, que para eso somos españoles, haciendo cola con la hucha de la mano para cambiar las pesetas el último día. Con lo bien que nos vendrían ahora una par de ‘talegos’ para comprar la nevera naranja, esa que no se parece en nada a la de Luis Enrique.

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