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La forma que elegimos a la hora de comunicar, dice mucho más de las cosas de lo que podríamos imaginar a simple vista. Decía Guy de Maupassant que “La realidad no ha sido nunca tan complicada, ni tampoco tan simple como se cree”.

Este jueves hemos asistido al homenaje, que no funeral, oficial del Estado español por las víctimas de la pandemia provocada por el Covid-19. Algo que veníamos reclamando desde hacía tiempo muchos españoles.

Este ojo observador asistió desde su butaca casera al acto del que, he de serles sinceros, no me perdí nada. Los eventos que representan el sentir de un país de forma oficial, con sus representantes democráticos prácticamente al completo, para homenajear a sus muertos, se convierten en la mejor representación de la sociedad viva que les homenajea. En las palabras y forma del jefe del Estado y de quienes representaron a las víctimas en nombre de la totalidad, poco he de añadir. Agradecimiento, solemnidad y humanidad.

Pero... ¿qué nos trasmitió la puesta en escena?

Después de haber estudiado a fondo la forma, estructura y significado de nuestra más ancestral seña de identidad, “El Botón Charro” y teniendo en cuenta que en esta parte del país estamos acostumbrados a convivir con él desde siempre, el lenguaje subliminal que se nos envió el jueves está lleno de referencias que en nada nos entroncan con el sentimiento tradicional de la cultura cristiana de los últimos dos mil años, en esta parte de Europa.

No cabe duda de que nuestros dirigentes se han sumado definitivamente a la actual corriente, que no nueva puesto que es ancestral, de ver en la Naturaleza-Mujer, el eje de todo. Han usado la concepción simbólica de las formas de la representación de estructuras funerarias megalíticas, en las que su arquitectura y puesta en escena, representan la concepción que tenían de la Diosa Madre neolítica. En esta concepción de la divinidad neolítica de la Madre Universal, la representación constructiva funeraria megalítica del continente euroasiático, utiliza el simbolismo ancestral mágico-mitológico de las formas geométricas elementales. El círculo complementado con círculos concéntricos, es uno de los más utilizados, como en nuestro Botón Charro. La concepción de la mujer en el origen de la deidad, pone de relieve el intento desmedido de darle preponderancia. El rojo, el negro y el blanco son colores funerarios utilizados en las decoraciones pictóricas megalíticas y que tienen un simbolismo sacral. Colores que estuvieron presentes.

Círculos concéntricos en torno al fuego, fue lo que nos presentaron. Heráclito definía el fuego como agente de destrucción y renovación. Este concepto también lo encontramos en los puranas del hinduismo y en el Apocalipsis siendo recogido por los alquimistas, en su sentido filosófico y mágico de agente de transformación: “todas las cosas nacen del fuego y a él vuelven”, como germen que se reproduce en las vidas sucesivas y que va asociado así a la libido y a la fecundidad. Como dijo Heráclito “Todo fluye, todo está en movimiento y nada dura eternamente”.

En esta concepción no hay resurrección ni salvación, sólo filosofía de lo natural.

Mi pregunta: ¿es éste el agnosticismo, no ateísmo, que representa al pueblo español?

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