La factura
Gobierno y oposición dan vueltas y vueltas a la noria de la factura de la luz, cuando está bastante claro que lo más rápido y ... directo que pueden hacer para abaratarla es quitarle impuestos. Al fin y al cabo, se trata de un producto de primera necesidad.
Podemos vivir sin pan, pero no podemos vivir sin cargar el móvil. Y nos enfrentamos a una situación de escasez que de una u otra forma seguirá haciendo subir los precios. Es necesario sacar cuanto antes de la tarifa los costes regulados y las cargas que no tienen que ver con el consumo energético, además de reducir también los impuestos encadenados.
El Estado va a recaudar en 2022 unos 11.000 millones de euros de la factura de la luz. Está mal que chupe la sangre de los ciudadanos de esta forma en tiempos de bonanza energética, pero en tiempos de escasez es directamente indecente.
¿Qué diríamos si hubiese escasez de pan, su precio se elevase por las nubes y el gobierno se embolsase 11.000 millones a costa de los ciudadanos hambrientos? Y además sería conveniente utilizar los ingresos extraordinarios del Estado por la venta de permisos de emisiones de CO2, que es otro impuesto encubierto de 20.000 millones de euros al año, para reducir la factura.
Más a largo plazo, hay que tomar otras medidas. Europa ha perdido más de 45 tera-vatios hora de producción estable de electricidad desde 2009, a base de eliminar la nuclear y la hidráulica, de manera que dependemos más del gas.
En Bruselas se debaten entre el modelo francés y el alemán, cuando los dos han fracasado rotundamente. No voy a comulgar aquí con la nueva taxonomía que incluye a la nuclear entre las energías limpias, porque no se me olvida que los residuos que genera permanecen radiactivos durante cientos de miles de años y la única solución que hemos encontrado es su almacenamiento subterráneo, un pastelito que dejamos ahí para las futuras generaciones sin saber cómo ni quién en el futuro se ocupará de su mantenimiento.
Como mínimo, irresponsable. Pero es de cajón de madera de pino que no podemos eliminar las nucleares alegremente sin haber sustituido antes su producción por otros medios. Más renovables, por supuesto, pero en un mix equilibrado.
Y un poco de coherencia no nos vendría nada mal. Europa es el mayor importador de gas natural de Estados Unidos, pero aquí el fracking está prohibido. Pero sobre todo, no perder de vista que el 60% de la factura que pagamos cada mes lo componen impuestos y cargas.
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