Jumilla y las racistadas
Como venga León XIV y quiera dar una misa en una instalación deportiva de Jumilla, a ver qué le dice la alcaldesa. Se puede liar
Que es en Jumilla y tal, que queda lejos, pero preocupa y se aprovechan. Que lo viven allá, porque son 27.000 y la comunidad musulmana, unos 1.500. Y en toda Murcia, donde celebran 150.000 el Día del Cordero, la mayoría en instalaciones deportivas. Y que unos cada vez son más y otros, menos, que una misa en una gran instalación deportiva se llena pero sólo si viene el papa, que ojalá.
Que aquí estamos a otra cosa. Por ejemplo, a si la Plaza se ocupa para ferias o conciertos. No estamos a si se instalan carpas en las plazas para el sacrificio de los corderos, como en Ceuta. Aquí tampoco se puede imaginar una liada como la de Melilla. Entonces, allá por 2019, la «Plataforma en Defensa de nuestras Tradiciones» denunció a la entonces vicepresidenta por impedir el paso de corderos desde Marruecos para la fiesta. Que tenían la costumbre de comprarlos en su país, por tradición y también les salían mejor de precio. Melilla dijo que no y el Gobierno, que sí. Le han preguntado a Imbroda por lo de Jumilla y dice que Melilla, donde tiene mayoría absoluta, mantendrá el rezo colectivo y los festivos musulmanes. Que los demás hagan lo que quieran.
Está la España que no quiere líos, a lo mejor porque los tuvo hace tiempo. Está la España despreocupada, a lo mejor porque no sabe aún lo que es la convivencia entre culturas. Luego está la España que está harta y que cada vez parece más harta. Que son los que dicen que olé Vox. Y los que les echan las cartas a las encuestas dicen que cada vez son más los de este grupo. Está la España resignada, que piensa que ya es tarde, que vamos camino de Francia y sin remedio. Y está la España que no ve que exista ningún problema de convivencia porque no lo tiene, o aún no . Y están los que llaman racistas a los que discrepan de la magnífica convivencia como si, de repente, España fuera el país más xenófobo y nunca lo hubiéramos sido tanto. Y justo pasa cuando la población migrante es cada vez mayor en España. Que no se entiende.
Y todo, aderezado de los mensajes buenistas: que si necesitamos migrantes, que claro que sí; que sin ellos no somos nada, que desde luego; que la mayoría de los que vienen son muy buena gente, que dónde hay que firmar. Pero ese no es el tema.
Lo que se ha aprobado en Jumilla ha sido que las instalaciones deportivas se utilicen para lo que son, que es para hacer deporte. Y si se pregunta aquí a un deportista, dirá que normal, que el césped se estropea. Y si se pregunta al de Vox, que esto se queda corto, que la Semana Santa tampoco se celebra en Marruecos y no pasa nada. Si le preguntan a la alcadesa de Jumilla, del PP, que esto no tiene nada que ver con islamofobia. Que si le piden permiso para una feria, tampoco la concederá. Pero como venga León XIV y quiera dar una misa en un campo de fútbol, a ver qué le dice. Y no es tan raro el uso de instalaciones deportivas para otros fines, que en Salamanca aún hay quien recuerda el lleno del pabellón de La Alamedilla para rezar el rosario, o cómo el Helmántico fue la sede de un multitudinario encuentro de Testigos de Jehová.
Y está Vox a su campaña. Y el PSOE, en la suya, porque si se habla de esto se aparta lo del correo de Begoña. Y está el PP, de perfil, que tiene que aprobar presupuestos pero con estos líos sólo pierde votos. Y como PSOE y PP no espabilen, saluda Vox. Hablar de migración es hablar de imposición de Estado y no de pacto de Estado; de normas inexistentes o sin unificar; de cesiones o de dejar hacer. Y en algunos lugares es cierto que ya parece tarde. Se junta mucha gente harta y que a Vox le da votos el lío. También que al PSOE, que se le cayó el apellido feminista, le viene mejor agarrarse a esta otra bandera que gobernar. Claro que se puede liar.